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Mei y el resto de la clase B habían empezado el año con normalidad. Aunque ella no era una chica que socializara mucho con los demás, no tenía mucha experiencia haciendo amistades, logró apegarse al grupo los suficiente como para dejar de solo llamarlos "compañeros" y pasar a llamarlos "amigos".

Se llevaba realmente bien con Setsuna, Kendo e Ibara, pero deseaba en algún momento poder agrandar su grupo de amigas y así poder incluir a más personas.

A diferencia de algunos de los chicos, ella no le tenía resentimiento a la clase A, que había tenido un encuentro con villanos casi a principios de año, ya que sabía que las dos clases eran iguales y todos habían sido sorteados de la misma manera. Sin embargo, reconocía que la clase B no tenía alumnos con quirks tan impresionantes como la clase A. Claro, la clase B tenía a un chico que podía copiar quirks y a una chica que podía separar su cuerpo, mandarlo en muchas direcciones y luego volverlo a juntar, pero la clase A tenía a una chica que podía crear cualquier cosa y a un chico que controlaba fuego y hielo con sus dos mitades del cuerpo. ¿Qué más podían pedir?

Aun con sus controversias, Mei se sentía contenta de poder formar parte de la UA. Se sentiría así incluso si hubiera terminado en los cursos generales. Entrar a esa escuela y llegar a convertirse en una gran heroína había sido su sueño desde que era pequeña y ahora estaba más cerca de lograrlo.
Bueno, lo estaría si ese sueño no se hubiera venido abajo cuando descubrió lo que su kosei podía hacer. Su madre, capaz de pasarle sus sensaciones a las personas que tocaba, y su padre, que contenía altos niveles de radiación en su interior, habían formado su quirk: "traspasar". Con este, Mei podía pasarle la radiación que emanaba su cuerpo a los objetos que tocaba, aunque también podía lastimarse a ella y a otros en el proceso.

Al ser un quirk bastante peligroso para los que la rodeaban, sus anteriores compañeros tendían a tenerle miedo, por lo que la mayoría no se acercaban a hablarle. Además, ella tenía que estar usando guantes todo el tiempo, para prevenir que la radiación escapara al exterior y dañara a alguien.

Aun así, Mei trató de sentirse orgullosa de si misma y de siempre mantener al cabeza en alto diciéndose que iba a poder lograrlo. Sus esperanzas aumentaron el día que recibió la carta diciendo que había ingresado a la academia, sacándole una gran sonrisa que mantuvo todo el día junto con un par de lágrimas de alegría.

Avanzando en el año escolar llegó el festival deportivo, donde todos los integrantes de primer año daban lo mejor de sí para integrarse a alguna agencia de héroes. Con un kosei como el suyo, Mei no creía que lograría pasar ninguna prueba, pero se vio esperanzada al lograr entrar entre los primeros 42 en la carrera de obstáculos.
Sin embargo, no llegó más lejos que eso y fue descalificada junto a su equipo en la ronda de las guerras de caballería.

Saliendo del centro del estadio para dirigirse a las gradas junto con sus otros compañeros que habían fallado la ronda, cruzó miradas con un chico. Un chico alto y delgado, de pelo morado oscuro y con un rostro que decía que no había logrado conciliar el sueño en al menos tres días. El chico también la miró a ella. Fue un instante, pero pareció una eternidad para los dos.

Más tarde Mei se enteró de que el nombre de aquel muchacho era Shinsou y que se encontraba en la clase 1C. No planeaba espiarlo ni nada por el estilo, pero se propuso llegar a conocerlo mejor. Pero él le había dado la impresión de que se parecían, al menos un poco.

Control - Shinsou HitoshiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora