2. ¿Te gustaría compartirlo con tus amigos?

51 5 19
                                    

Leo empujó la puerta con una mano, la otra aferrada a su mochila, su pecho seguía sintiéndose pesado y el oxígeno regresando a sus pulmones como un intruso en ellos, como una nueva y extraña sensación que por primera vez experimentaba. Conociéndose, sabía que lo mejor después de un ataque de pánico era quedarse quieto, muy quieto, respirar profundo por unos minutos y, de a poco, comenzar a moverse con normalidad, sin embargo, después de haberse encontrado a Koda, lo último que quería era quedarse en el mismo lugar que él, siendo observado mientras se recuperaba de la horrífica sensación de muerte por la que había pasado apenas unos minutos atrás. La puerta se cerró a sus espaldas y sólo dio unos dos pasos hacia el costado para apartarse del camino, se sobrecargó contra la pared, su peso tirando hacia abajo, sus piernas resbalándose lento al principio, cediendo por completo al final, haciéndolo caer sentado, la mochila cayendo a su lado, suspiró con pesadez, volviendo a percibir la falta de aire, todo ese manojo de nervios anudándose en su anatomía, haciéndolo temblar. Como un enjambre sísmico, podía sentir cada célula en su cuerpo nuevamente plantar cara al riesgo de desmayarse en medio del pasillo vacío.

—¡Leo! —habló Milo desde la esquina por la que doblaba, caminando con la mochila en ambos hombros y los pies arrastrándose por las baldosas. Leo lo miró inmediatamente, sin poder controlar la manera en la que su caja torácica se inflaba y desinflaba agitado. Milo se apresuró hacia donde Leo yacía, sus rodillas golpearon contra el suelo en un instante y sus manos lo tomaron por los brazos—. ¿Es un ataque de pánico?

Leo le quitó las manos de sus hombros, empujándolo sin muchas fuerzas, buscando conservar su espacio y en él encontrar su propio oxígeno—. Koda... —dijo en un jadeo—. Koda está adentro —continuó—. Le dije... le dije algo muy malo —inhaló profundo, sus narinas estrechándose, expandiéndose velozmente, incapaz de respirar—. No quise... no quise hacerlo. N-no... no era verdad... —negaba con la cabeza repetidas veces, Milo lo miraba con la frente arrugada, confuso, un poco adormilado por la fiebre y las pocas energías que le quedaban—. Dile que no es cierto, Milo. Dile que no fue su culpa.

—Quédate aquí —ordenó, reunió todas las fuerzas restantes en su cuerpo y se empujó hacia arriba.

Con pasos rápidos atravesó la puerta y el pequeño pasillo de la entrada antes de quedar de frente con los urinales y lavabos. En la pared del lado contrario, Koda descansaba en la misma posición que Leo fuera, encogía las piernas involuntariamente, sus manos temblaban contra su pecho, sus dedos se envolvían alrededor de su garganta como si no pudiera respirar.

—¿Koda? —se apresuró una vez más, nuevamente sus rodillas chocaban contra el suelo y sus manos entraban en contacto con otro de sus amigos, lo sostenía por las mejillas, buscaba que Koda lo mirara, pero sólo podía ver sus pupilas dilatadas y sus párpados cayendo y subiendo en veloces parpadeos, sus ojos poniéndose blancos de a momentos, su cabeza yéndose hacia delante y atrás cada vez que Milo volvía a sostenerlo erguido, para que no cayera hacia el frente.

—No eres real —balbuceaba, serio al segundo en el que había comenzado a hablar, comenzando a sollozar al segundo próximo.

—¿Qué pasa, Koda? —sus pulgares se extendían por su rostro, le estiraban la piel cada vez que Koda se desviaba hacia delante y él empujaba hacia atrás.

—No eres real —repitió Koda, más claro—. Tú te fuiste... —respiró entrecortadamente—, sin mí... —suspiró. Milo fruncía el ceño, sus manos secaban sus lágrimas, comenzaba a preocuparse de más, asustarse por el estado en el que lo encontraba ahora, cuando hacía un rato lo había visto tan bien—. Ni siquiera te despediste —murmuraba, tenía los ojos cerrados, seguía llorando, sonaba cada vez más distante—. ¿Y encima me dejas un cuaderno? —rió lleno de amargura, casi escupiendo sus palabras en medio de una tos.

¡Quema esto!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora