Radioactivos

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Por  Laurus Somnia





Desolación.

Solo esa palabra podía trasmitir el aspecto de los restos de las ruinas que una vez fueron la Gran Ciudad de Cinere, donde ni siquiera el sol tenía permitida la entrada, bloqueado por un tumulto de nubes negras que cubrían el cielo en una tormenta eterna.

El lugar era un cementerio gigante. Sin plantas, sin edificios, sin personas... No, de hecho sí había una persona, una figura humana vistiendo un traje de plástico amarillo, una única mancha de color en medio de una acuarela de cenizas.

La figura avanzaba con pasos dudosos en medio de los escombros, temiendo perturbar a los espíritus que podrían seguir descansando en aquel lugar que exhalaba muerte con cada pisada. Tras la máscara antigás, un par de ojos violeta escaneaban el panorama como si esperasen encontrar algún rastro de vida, o por lo menos, señales de que hubo vida ahí, alguna vez.

"Para mi querida nieta: ambos somos conocedores que no me queda mucho de vida. Los años que he pasado junto a ustedes han sido sin lugar a dudas momentos que guardaré para siempre en mi corazón. Eres mi única nieta, y por lo tanto, la última conocedora de mi legado. No sé en qué estado te encontrarás una vez me haya ido, pero confío en que estarás bien porque eres fuerte y lista, y es por eso mismo que quiero pedirte un último favor...".

El abuelo de Seonni no había dejado mucho cuando murió, más que un poco de dinero, la casa en la que vivían y una carta sellada con indicaciones de abrirse solo hasta que la chica cumpliera la mayoría de edad, hacía solo un par de meses.

"Sé conoces parte de la historia, pues conforme crecías, tus preguntas me obligaban a ir soltando pedazos de la verdad: por qué nunca hablaba de mi pasado, qué originó la enfermedad de tu madre, cómo murió tu hermano, por qué tú eras diferente... Sin embargo, y me apena decirlo, jamás tuve el valor de decirte, porque una parte de mí quería que crecieras alejada de todo aquello, del dolor y de la muerte. Pero la respuesta no es olvidar, y es por eso que no quiero que olvides".

Seonni conocía la historia. O al menos creía conocerla. Pero luego de muchos días de impaciencia y ansiedad, finalmente llegó el momento en que los secretos de la carta serían desvelados, y la verdadera historia de una ciudad fantasma finalmente saldría a la luz:

"Habrás escuchado, tanto de tus padres como de mí, mencionar en algún momento el nombre de la Gran Ciudad de Cinere. Yo nací ahí, una tarde de verano, y fui el mayor de cinco hermanos. No voy a detenerme en los detalles triviales sobre mi infancia, solo basta decir que fue muy feliz. Cuando tenía doce años, la Gran Guerra empezó en los países del norte; sin embargo, Cinere era una ciudad próspera y alejada del conflicto, donde la violencia parecía solo un mito y la pobreza una ilusión".

"Vivíamos en un paraíso, un oasis en el medio del desierto, mientras a nuestro alrededor el fuego y las balas devoraban el mundo. Crecimos viendo de lejos los estragos de la guerra, hasta que tres años después nos tocó vivir el mismo infierno".

*

Ocurrió también durante un día de verano. El sol brillaba en un cielo completamente azul, no había brisa e incluso estaba un poco caluroso. Hosha acababa de atravesar las puertas de la escuela con pasos torpes y apresurados, luego de haberle pedido a Sanni, la niña más linda de su clase, que se encontrara con él en el parque a las 2pm.

Mientras se juntaba con el resto de sus hermanos para emprender el camino a casa, no dejaba de sentir las manos sudadas y temblorosas y el rostro caliente. Algunos de sus compañeros lo observaban y chismorreaban entre sí, y eso solo contribuía a ponerlo aún más nervioso. Porque ese día sería especial.

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