Preámbulo

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Me encontraba caminando por los pasillos de la escuela, agarrado de la mano con Tamara mientras ella revisaba su teléfono, yo me encontraba platicando con mi mejor amigo, cosas sobre football y cosas así por el estilo.

Al entrar a las aburridas clases me despedí de mi amiga Tamara con un beso en la mejilla, al entrar al salón, nuevamente todo fue aburrido, múltiplos, y blah, blah. Cosa de nerds.

Como si fuese una bendición, la campana resonó, dándome una esperanza para poder largarme de este lugar.

Al salir, yo y un grupo de mis amigos nos dirigíamos al parque del centro de la ciudad para poder entrenar para el juego que se acercaba dentro de 4 meses. Estábamos en el vestidor y escuchaba como algunos habían perdido su gloriosa virginidad, me daba risa y a su vez asco.

Comenzamos a entrenar, el juego fue increíble, mi equipo fue el ganador, gracias a mi, obviamente.

Mi día no podía ser mejor, ya que uno de mis amigos nos informó que realizaría una pequeña fiesta en su casa,me encantan las fiestas, alcohol, plantas mágicas y muchas chicas lindas. El ambiente perfecto para una adolescente como yo.

Estaba a punto de irme cuando sentí la falta de algo, se me había olvidado mis llaves en el asiento frente a mi casillero. Me maldije para proceder a correr en dirección al campo de entrenamiento, tome mis llaves que gracias al cielo estaban ahí, al caminar solo por el parque, note alguien.

Aquel zorro estaba ahí sentado leyendo un libro, riendo con una sonrisa... Debo admitirlo, bella, era muy bonita aquella sonrisa. Al parecer era un chico tímido, ya que, da la impresión de ser estudiante de mi colegio, tenía una mochila a su lado, estaba sentado leyendo un libro que ni me interesa saber de qué se trata.

Me pare un momento, apreciando aquel zorro, no tenía ida de ¿Quién era? o ¿Qué hacía ahí? Me causaba intriga.

Mi mirada fija hizo que me mirara directamente a mis ojos, el se sonrojo y sorprendió, escondiendo su rostro bajo su libro, tomo su mochila y se fue de ahí, dándome la espalda y bajar su libro.

Que chico tan raro, por eso no tiene amigos. Bueno, debo prestarme, ahí una fiesta esperándome.

– ¡Vamos mamá! ¡Casi todo el equipo estará ahí! – me quejaba como un niño de siete años por no tener un juguete.

– ¡Dije no! ¡Yo a tu edad tuve que mantenerme un año en cuarentena! ¡Y mírame! ¡Estoy bien y viva! ¡No por ir a una fiesta no se acaba el mundo! ¡Ahora vete a tu cuarto! – dijo mi madre lavando los platos.

– Pero... Agh... – me queje y me largue de ese lugar con un ambiente hostil.

Me metí la idea de escaparme, pero tengo que obedecer a mi madre... Si no, una golpiza de mi papá duele más que no ir a la fiesta. Me asome por la ventana para tomar una copa de refresco. Al ver la calle de enfrente, miré hacia el balcón del vecino. Y para mí sorpresa, ahí estaba ale chico de nuevo, leyendo un libro en el balcón, parecía feliz. Comenzaba a ponerme incómodo. Nuevamente notó mi presencia, viéndome y sonrojado de nuevo.

Esta vez hize una seña con mi pata, agitandola leve para referirme a un saludo.

El chico parecía estar más rojo que un tomate, cubrió todo su rostro para meterse a su habitación y cerrar el ventanal.

Aquel chico me causaba un montón de ternura, no entiendo por qué... Pero... Me encantaba ver aquel chico del parque sonrojado.

El chico del parque - [Furry yaoi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora