Siempre he vivido bajo las sombras de Hades, sí, el mismísimo rey del Inframundo y debido a eso la gran mayoría no me conoce.
Aun cuando mi sola existencia es la encargada de llevar a todo ser viviente a su descanso eterno, una vez llegado el momento.
Por ese motivo, la gran mayoría de los mortales e inmortales me temen, y la otra parte de ellos, que también lo hace, quiere verme muerto.
Tan pronto me coloco frente a las dos puertas, estás se abren de par en par, permitiéndome ingresar al salón del trono.
Una vez que continúo avanzando, veo a Hades en medio del camino, hablando con uno de sus súbditos, un demonio de aspecto humano encargado de la vigilancia de las cárceles del inframundo.
Este le hizo una reverencia a su rey y, tras lanzarme una mirada fugaz, paso por mi lado en silencio para irse. Las puertas se cerraron a mis espaldas y me detuve a una distancia prudente.
Por respeto, incliné ligeramente la cabeza.
—Al fin decides aparecer, Thanatos.
—¿Acaso tuve opción?
—No me diste otra alternativa; te negabas a salir de ese oscuro pozo.
Apreté los labios y él sonrió.
—¿Qué es lo que quieres de mí? —pregunté directamente.
Pensé que, después de haber tenido tiempo para calmar mis emociones, ser consciente de mi existencia sería más llevadero, pero me equivoqué.
Hades se dio la vuelta y caminó hasta su trono, donde se sentó.
—Hace un tiempo te hice una pregunta; ha llegado el momento de que me des una respuesta.
Eso fue inesperado, aunque sabía que no se olvidaría del asunto. Quizás porque supuse que encontraría a alguien más.
—No me casaré con ella —respondí.
—¿A pesar de que es una opción muy beneficiosa para ti? Y, por supuesto, para tu familia también.
Mi rostro reflejó duda por un instante, y él lo notó, por lo que amplió su sonrisa.
—Hagamos una cosa —se levantó del trono y, en un parpadeo, apareció frente a mí—. Descansa un tiempo del Tártaro y visita a tus seres queridos. —Chasqueó los dedos y, de la nada, apareció otro de sus súbditos, un guardián de las prisiones—. Cers, trae a Hipnos, pero que espere fuera de las puertas.
Escuchar ese nombre me tensó. El demonio de forma humana inclinó la cabeza y desapareció.
Hades volvió a dirigirse a mí.
—Regresa con una respuesta que espero sea la correcta, el día de la ceremonia de mi Macaria. Eso es todo.
Contradecirlo o negarme a su petición solo me traería dolores de cabeza, algo de lo que ni siquiera un dios puede salvarse. Así que, al final, asentí y me marché. Además, la mención de Hipnos y el motivo por el que está en el inframundo anulaban cualquier objeción en ese momento.
Una vez fuera de las puertas, me encontré con él en el pasillo junto a Cers. Tan pronto como me vio, sonrió con arrogancia, y yo lo miré con desdén.
—Bueno, creo que ha llegado el momento de despedirnos, Cirsi —le dijo Hipnos con burla.
El demonio lo fulminó con la mirada, sus ojos se pusieron rojos.
—La próxima vez te encerraré con los jinetes, imbécil —le escupió, y se alejó a pasos rápidos.
—No me dan miedo, también los terminaría domando —susurró como última provocación, sabiendo que Cers podría escucharlo a lo lejos. Luego se acercó a mí y me dio una palmada en el hombro—. Tanto tiempo sin vernos, hermanito, no pensé que te vería tan pronto.
Eso, por supuesto, era sarcasmo.
—Es suficiente, ya debemos irnos —fue lo único que le dije. Comencé a caminar, observando minuciosamente cada parte del camino.
Desde mi descanso, al parecer muchas cosas habían cambiado.
—¿Te quedarás esta vez con nosotros o piensas volver a ese ataúd de mierda? —preguntó.
Lo miré de reojo. Me había olvidado lo fastidioso que podía ser.
—Me quedaré un tiempo.
Mi respuesta hizo que él ralentizara un poco el paso, quedando casi atrás de mí.
Quizás porque se imagina el motivo de mi regreso y de la visita a Hades; al final, ninguno de los dos decidió tocar el tema.
—¿De verdad?
—Sí.
—Bueno, esa es una excelente noticia —dijo, volviendo a caminar a mi ritmo—. Todos te extrañan, y me incluyo, aunque, claro, no tanto debido a la atención que he recibido desde que te fuiste.
No me sorprende oír eso de él, ni verlo aquí. Hipnos siempre tuvo una inclinación por meterse en problemas, una de las muchas diferencias entre nosotros. En cuanto a sus sentimientos, parece sincero, pero ¿todos? Eso es dudoso, ya que no me fui en los mejores términos.
—¿El mundo también ha cambiado?
—Sí, bastante —de pronto su rostro se iluminó y largo una carcajada, como si se le hubiese ocurrido una maldad—. Será divertido verte en el, también intentando usar un celular.
Fruncí el ceño.
—¿Un qué?
Se rio una vez más.
—No sé que te causa tanto —entre cerré los ojos.
Su expresión demuestra pura diversión, apoyo una mano en mi hombro.
—No tienes una idea de cuanto me alegra tu regreso, ya verás que la pasaremos genial —exclamó, mientras el color de sus ojos cambian a un ámbar para ocultar el verdadero.
Pero no sé por qué siento que lo dice más por él que por mí.
Lo ignoro y me concentro en ocultar también el mío, para reemplazarlo por el color que me fue concedido al nacer. Todos los Dioses tenemos un segundo color que usamos para visitar el mundo terrenal.
—Regresemos de una vez —finalicé.
—Sabes, ya extrañaba la nieve anormal en la ciudad.
____________________________________Primer capítulo, ahh 💜
Es algo diferente, pero estoy muy feliz de escribir está historia, espero que lo disfruten tanto como yo. 💜
Y que también les guste la mitología griega. 😍❤
TÁRTARO: el tártaro era el lugar más bajo del universo, por debajo del Inframundo pero separado de él. Como mejor se conoce el tártaro es gracias a la Teogonía de Hesíodo, donde es uno de los primeros seres en existir en el universo además del lugar donde se encierra a los monstruos, los titanes.
(En esta versión el tártaro también es utilizado para descansar de la existencia, dentro de el uno descansa quedando en un punto de entre la vida y la muerte, la conciencia e inconciencia; perdiendo la noción del tiempo).
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Intenciones ©
AdventureDecia una leyenda que cuando nevaba en una época en donde no debería, era porque él Dios de la muerte visitaba el mundo terrestre. Su presencia provocaba aquel cambio climático por alguna inexplicable razón, y existían varias teorías. © Todos los de...