Declaraciones impuras

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Mi musa era casada
pero le ofrecí mi amor,
el asombro en sus ojos
destruyó mi ilusión
de conquistar sus antojos,
de vincularme a su voz;
pero nada me detuvo
a insistir en la traición.
Ella hizo lo que pudo
por esconder el dolor,
preguntándose por dentro
si ignorar la tentación,
de aquel amante furtivo
que se abalanzó veloz,
sobre su boca indecisa
que no dijo sí ni no.
Una sonrisa de pronto
en sus labios se alojó
y luego de dos minutos
su presencia se esfumó.
La vida no es muy justa
para encontrar el amor,
solo aquel que persevera
logra salir vencedor.

Traición, amor y otros viciosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora