el hada de la bruma capitulo dos

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Capitulo dos.

capítulo dos

Él cayó por un momento, pues no sabía bien qué decir.
-Si, si estoy muy feliz -su respuesta se notaba vacilante-. Hace ya mucho que no sentía tal felicidad, si es que en algún momento la sentí.
Esta respuesta despertó un brillo de alegría en los ojos de la chica, su rostro se iluminó con una espectacular sonrisa que despertó sentimientos de ternura en él.
-Me hace muy feliz que digas eso -dijo ella después de un rato de estar mirándolo fijamente a los ojos.
-este es mi regalo para ti -dijo la chica misteriosa moviéndose alrededor de él como si bailara-. Este es mi regalo para alegrar tu corazón y alejarte de la tristeza.
-¿tu hiciste esto posible, como? -preguntó.

-No entiendo,como hiciste esto posible,¿que quieres y que es esto? -preguntó cada vez más confundido.

-Yo soy el bosque -dijo ella con calma en su voz-. soy el viento que acaricia las hojas de los árboles, el canto de las aves, soy muchas cosas, pero a la vez soy nada-contestó dejando ver tristeza en sus palabras.
Esas palabras lejos de aclarar sus dudas sólo las hicieron más grandes.
Ella al ver su confusión esbozó una sonrisa, y tomo sus manos entre las suyas, y con un tono suave en la voz eligiendo sus palabras con cuidado, dijo:
-Yo soy lo que los bardos llamarían un hada, un espíritu del bosque si quieres, un anima, cualquiera de estos nombres podría servir para describir lo que soy, aunque ni yo misma puedo saber que soy en realidad.
-¿Un hada?, pero las hadas sólo existen en los cuentos, y en los sueños de la gente -replicó.
-Estas en lo correcto, sólo en tus sueños puedo existir en esta forma.
-¿entonces estoy soñando? -preguntó extrañado aunque ya no tan confundido, poco a poco la situación se mostraba más clara para él.
-Si, estás soñando -confirmando su pregunta, estás soñando y puede que yo también. Esto que ves es un lugar en otro mundo. un lugar entre tu mundo y el mío,
Aquí podemos ser, sin las ataduras de la realidad, en este lugar nuestra voluntad es nuestra medida -dijo el hada emocionada.
-¿En este lugar podemos desear cualquier cosa, y eso se hará realidad? -preguntó él esperando una respuesta afirmativa por parte de la chica, que se había entretenido jugando con las hojas secas del suelo. Moviéndose con sus pies descalzos como si buscara algo en el suelo del jardín.
-Si, y no -dijo ella-. Esto lo dejo confundido de nuevo.
Ella notando la incertidumbre en sus ojos, le contestó con la mayor claridad que pudo.
-Si puedes hacer que llueva, pero no puedes crear un palacio, puedes saltar muy alto, pero no puedes volar. Hay ciertas leyes de la naturaleza que no podemos romper ni siquiera aquí.
-más o menos te entiendo -dijo con aire de conformidad.
-pero ¿quien eres?,de dónde vienes? -preguntó él tomando su mano está vez. al hacerlo pudo sentir la suavidad de su piel, y calor reconfortante que despedía.
Ella lo miró y dijo con aire de seriedad.
-como te dije soy el bosque, y vengo del bosque. Yo he existido junto con el bosque desde que germinó la primera semilla de abeto, desde que el primer ruiseñor hizo su nido en la rama de un árbol, yo soy el agua de los arroyos, el sol que baña la tierra, solo eso se, y al igual que tú quisiera saber más acerca de mí misma -dijo con tristeza.
Después de un rato ella bajó la mirada, la tristeza empezó a mezclarse con su voz.
-No tengo idea de que o quien soy -Continuó-. Solo se que este ha sido mi hogar desde que recuerdo, también se que he estado sola en este bosque que amo, pero también llegó odiar a veces. Porque no puedo salir de él. Estoy condenada a deambular por sus confines sin poder ir más allá. Hasta que te vi en tu ventana y oí tu llamado, sentí tu soledad porque es igual a la mía, pensé que al ayudarte a tener un poco de felicidad yo también la tendría. Que ya no estaría sola.

Él vió como los ojos de la chica se llenaban de lágrimas al decir esas palabras.
sintió su propia soledad reflejada en los ojos de ella. que ahora estaba callada con la mirada baja, ocultando su llanto.
Obedeciendo a un impulso incontrolable.
Avanzó hacia ella y la tomó entre sus brazos con fuerza sobrecogedora. Con el deseo de transmitirle su protección.
Mientras la abrazaba podía sentir sus tibias lágrimas humedecer su pecho.
Sintió como un torrente de lágrimas y emoción hacían latir con fuerza su corazón.
Y con la voz quebrada por la emoción solo pudo articular estas palabras.

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