el hada de la bruma, anexo

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–anexo–

El sol bañaba las montañas del oeste con sus últimos rayos de luz de color rojizo, dándole  un toque lúgubre al final del día.
Estaban allí sentados los pastores al rededor del fuego para escapar del frío que azotaba las praderas en esta época.

Después de la cena los pastores solían contar historias fantásticas,  sobre brujas que chupan la sangre de los bebés en sus cunas,
Hombres con la capacidad de cambiar de forma a voluntad, casas Embrujadas donde no se podía pasar una noche sin volverse loco.
uno a uno se turnaron  repasando historias fantásticas, hasta que por fin  llegó el turno del más anciano del grupo, un hombre alto de postura erguida aún  a pesar de su edad. Con la frente bañada por cabellos grises, unos ojos vivaces, y una barba insípida.

—esto que voy a contar no es una  historia bcomo esas que ustedes acaban de contar —dijo el viejo en tono solemne.
—Esta es una vivencia, esto me sucedió —dijo Sin apartar la mirada del fuego.
—esto sucedió hace ya muchos años no podría precisar cuántos,  ni tampoco me interesa hacerlo.
 Solo diré que era yo bastante joven y tonto,  lo suficiente como para salir de noche en medio de una tormenta en busca de una oveja  extraviada de mi padre. Si mal no recuerdo aquella fue una tormenta terrible, yo me interné en lo profundo del bosque por donde  sospechaba había ido la oveja.
«Debo confesar que a pesar de lo precaria que podía ser mi situación en ese momento; en mi interior no había el más mínimo rastro de temor y ahora que lo pienso eso es era una estupidez dadas las circunstancias.
El caso es que sin miedo  me fui adentrando más y más en lo profundo del aquel bosque, tiempo después  llegué a la conclusión de que no sólo la oveja estaba perdida, sino que también yo lo estaba. En ese momento debo admitir que sentí  miedo.
En mi mente se fijó la idea de salir lo más pronto posible de ese lugar, así que emprendí  una carrera desbocada a través del bosque. Corrí desesperadamente chocando con ramas y todo lo que se ponía en mi camino. De pronto  sentí como el suelo desaparecía bajo mis pies, percibí como rodaba por una, como mi cuerpo se golpeaba con las rocas y ramas. En medio de la confusión veía  estrellas de varios colores, después sólo oscuridad.

«no se decir si lo que sucedió luego, fue un  sueño o realidad. Sólo se que estoy aquí contando esta historia, eso debe ser un indicio —dijo él anciano con la mirada perdida  en el cielo estrellado.
Después de un rato inmerso en sus pensamientos continuó con su historia:
—¿creen ustedes en ángeles? —preguntó el anciano. Los demás pastores cruzaron miradas sin decir nada, nadie se atrevía a decir que si, pero tampoco negarlo.
—ya se lo que pensarán, que estoy mintiendo,  o peor, que estoy loco. Y la verdad es que hasta hoy no se que pasó en realidad.  

Lo cierto es que desperté  con una sensación de paz y tranquilidad que no puedo describir con palabras.
 Después escuché  la voz más hermosa que recuerdo haber jamás escuchado,  esa voz era tan suave como un murmullo, escucharla me hacía feliz de una forma tan especial. Esa voz  me llamaba, con una ternura que todavía hoy me hace conmover. Abrí los ojos y allí estaba ella, la mujer más hermosa que he visto.

Ella  me miró con unos ojos negros y profundos,  luego preguntó:
—¿estas bien chico?
«Yo sin  embargo estaba atontado,  primero por la impresión que me produjo aquel despertar,  y segundo por la belleza de aquella mujer que no dejaba de mirarme. Tengo que admitir que estuve largo rato sin decir nada,  con una expresión estúpida en el rostro. Hasta que un hombre al que yo no había visto hasta ese momento habló, dijo con cierto sarcasmo en la voz:
—No te preocupes amor, el chico está bien  sólo está embelesado con tu belleza, pero eso no lo matará,  al menos no por ahora.
—No seas cruel con pobre chico, que se ha golpeado muy fuerte con las rocas —dijo la mujer con una sonrisa brillante.
«Al cortar contacto visual con la mujer pude articular palabras, y con esfuerzo me incorporé, comprobé que no tenía nada roto.
Le di las gracias a los extraños que me habían ayudado. Y me animé a preguntar quiénes eran, y que hacían en el bosque donde  nunca yo los había visto. Ella con una sonrisa me contestó con gran alegría:
—nosotros somos sólo dos viajeros, dos personas afortunadas que hagan  por el mundo sin destino. Disfrutando del regalo más grande que puede recibir una persona, la libertad.
Después de eso desaparecieron en una espesa bruma que me cubrió. Sólo recuerdo haber estado envuelto por esa bruma espesa, tan blanca y profunda,  que no podía ver nada delante de mi.
Luego me vi de nuevo el camino, cuando la niebla se hubo disipado. No se quienes eran aquellas personas que me ayudaron aquella noche, sólo se que  nunca podré olvidar esa mirada tan tierna y alegre. Y Sólo espero que hayan encontrado ese destino que buscaban.

–FIN–

NOTA:
Muchas gracias a ti lector por tomarte el tiempo de leer está historia,  que espero haya sido de tu agrado.

Kaosliterario

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⏰ Última actualización: May 31, 2020 ⏰

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