el hada de la bruma capitulo tres

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capítulo 3

—No llores más hermosa flor —dijo él emocionado—. desde hoy mi eterna compañera. Prometo dedicar mi vida a procurar tu felicidad. A devolver un poco de lo tu hoy me das.

   La chica sin embargo seguía sumida en su tristeza. Después de un rato sin hablar, ella se levantó y miró lejos en la espesura del bosque que se elevaba sobre ellos como una pared inexpugnable.
—agradezco tus palabras,  son dulces y hacen que mi tristeza se alivie al menos por un momento, pero no entiendes la magnitud de mi condena.
Yo soy parte del bosque y como tal, mi destino está atado a el,  yo nací con el y moriré con el algún día.
  No soy más que un árbol,  una roca, un riachuelo. Pero a diferencia de ellos como yo no hay nadie. Las aves tienen sus crías y sus parejas , el arroyo corre en su cause hacia el río, el río a su vez corre hacia el mar,  en cambio, yo soy única. Y esa es mi maldición.
Estoy condenada a una eternidad de sufrimiento , sola y triste, viendo el mundo girar a mi alrededor. Viendo animales y gente nacer y morir en mi presencia;  yo mientras tanto soy un mudo testigo de todo, siempre igual. Siendo la misma. Sola, esperando mi destino, esperando por alguien como yo que termine con mi soledad —dijo con tristeza—. hace mucho perdí la esperanza.
Ahora sólo deseo que el tiempo pase y mi condena termine.

   estuvieron sentados uno al lado del otro en silencio, cada uno inmerso en sus pensamientos. de pronto. Él se levantó y fue hacia ella  que estaba sentada, distraída mirando las hojas secas del jardín.
Él  tendió su mano  hacia ella con gentileza, Mientras ella levantaba la mirada para encontrar con sus los ojos de él, él tomo su mano y ella  se levantó
Él posando sus manos en los hombros de ella y mirándola   fijamente. Le dijo estas palabras desde el fondo de su corazón:

—tal vez mi existencia  comparada con la tuya o la del bosque no sea más que  un suspiro, una hoja en el suelo del bosque, tal vez. Pero te pido que tomes este ínfimo momento de felicidad que te ofrezco  para que la vivamos juntos. Tu y yo. Aprovechemos este momento de felicidad que se muestra ante nosotros gracias a ti. Que tal vez será  breve, pero juntos podemos hacer que sea tan intenso como una tormenta furiosa; tan alegre como la corriente de un riachuelo.
¿Qué dices a mi propuesta querida mía?

 Ella que había escuchado sus palabras sin dejar de mirarlo a los ojos. Esbozó una sonrisa  melancólica, blanca e inefable. Con los ojos llenos de lágrimas, y la voz entrecortada por la emoción dejo salir las  palabras que saltaban de su pecho a punto de estallar:
—si!, si quiero—dijo ella—. Y sus palabras iban llenas de alegría.
saltó sobre él besándolo  apasionadamente. Él correspondió aquella pasión abrazándola  con fuerza.
sintieron por primera vez un torrente de emoción que estallaba con fuerza contra el mundo,  sintieron el universo destruirse y crearse todo al mismo tiempo, desearon que el tiempo no existiera,  vivir ese momento por siempre.

  Así es como ellos, conscientes de la oportunidad que el azar les  había dado, trataron de aprovechar al máximo el tiempo que no sabían si sería mucho o poco.
 Se amaron con más pasión cada día.
Su cita diaria en ese lugar entre la los sueños y la realidad, llegó ser un compromiso ineludible. Él le hablaba de los lugares que  había visto en sus pocos viajes y en los libros que, ahora leía a diario sólo para contarle historias a ella. Las que ella escuchaba con una mezcla de fascinación y tristeza. Imaginando allí los dos, Amandose por todo el mundo. Aquella noche nació entre ellos el amor,  un amor que probaría ser tan fuerte como el destino mismo.

 De esta forma pasaron días y años llenos de gozo. Los encuentros diarios de los amantes transdimenciomales, estaban llenos de pasión,  pero siempre acechados por una sombra, un destino inexorable para el ser humano.
El tiempo el asisino perfecto,  que no conoce piedad y mide a todos con el mismo rigor

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