Capitulo cinco

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Capitulo editado 18 de julio 2023

Si antes las miradas de Prem lo atravesaban como espadas, esta vez su mirada lo mandaba directo al infierno con una estaca atravesándole el culo.

— ¡Tatuajes! — gritó emocionado Oak mientras miraba su cuerpo. Todo su cuerpo estaba cubierto de variados símbolos y garabatos, incluida su cara.

— ¿Me explicas primero y después te asesino? ¿O te asesino y después le explicas al diablo? — habló Prem con la voz más intimidante que había conocido. El pelinegro era el ser más inofensivo del planeta por lo que verlo enojado de esa manera le había sorprendido y asustado.

Había cometido su primer cagazo como padre, deberían darle un premió.

— Primero hablamos y después me das tiempo de correr — respondió con la voz más inocente que pudo hacer en ese momento.

— Entonces... comienza a correr — dijo el menor mientras respiraba profundo.

Comenzó a correr como alma que lleva el diablo, aunque esté diablo tenía mal estado físico, sus mejillas estaban rojas por el enojo y tenía piernas cortas que le otorgaban ventaja. En medio de su huida comenzó a lanzar objetos intentando dificultar la misión de Prem, aunque como esa situación ya la habían vivido un millón de veces ya sabía que Prem pronto se cansaría de correr.

Y así fue, el menor poco a poco fue deteniendo su andar hasta quedar parado en el medio de la sala con ambas manos en su cadera intentando recuperar el aire perdido antes de regañarlo.

— ¡Explícame ahora! — gritó pareciendo un niño pequeño que hacía berrinche.

— No son permanentes, te lo juro, se salen con agua — intentó calmarlo, al ver el rostro de Prem se dio cuenta que había funcionado levemente ya que no parecía tan enojado como antes.

— Más te vale que se quiten, porqué mañana tenemos que ir al doctor y al psicólogo ¿Qué van a pensar si los llevamos cubiertos de tatuajes? — gruñó.

— Que son unos niños muy cool — intentó bromear, pero al otro no le pareció para nada gracioso.

— Voy a raparte y usaré tu cabello de esponja.

Tragó saliva. Comprendía el enojo de Prem, había sido un error idiota hacerles tatuajes a los niños, pero estaba seguro que al bañarse saldrían, al menos la gran mayoría.

— Vayan a bañarse, necesito saber si tengo que asesinar a Boun o no — ordeno el pelinegro y los niños obedecieron inmediatamente dirigiéndose a su habitación.

— No te enojes, te juro que salen — pidió piedad, era muy joven y guapo para morir a manos de su enojado compañero.

Prem se dejó caer en el sofá notablemente cansado, suspiró y cubrió su rostro con sus manos ¿Tan enojado estaba con él?

— Prem... te prometo que saldrán, en serio tienes que creerme — intentó convencerlo nuevamente porque verlo así de angustiado le provocaba un malestar del cual no quería pensar demasiado.

— Boun, no estoy enojado contigo. Ósea, si estoy enojado, pero no tanto, esto es algo pequeño — murmuró sin cambiar su posición.

— ¿Entonces qué pasa? — pregunto preocupado por su extraña actitud. Es cierto que a veces el trabajo lo agotaba, pero no a tal extremo.

— Creo que necesito otro trabajo.

— ¿Por qué? Tú amas ese trabajo ¿Pasó algo? — Era muy extraño que el pelinegro quisiera renunciar, él sabía que era un trabajo que realmente adoraba.

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