Especial día del padre

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Capitulo editado 19 de julio 2023

Aunque es probable que a lo largo de nuestras vidas hayamos escuchado múltiples frases clichés sobre la paternidad y maternidad, las cuales muchas veces no lograron hacer ningún sentido en nuestra cabeza o le hemos quitado la importancia que hay en su trasfondo. Para Khai si había sentido detrás de la frase; "Padre no es el que engendra, sino el que cría". Creció preguntándose si había algo malo con él, si él era el problema detrás de todas las discusiones de sus padres, si había sido un niño malo y por eso sus padres le gritaban y golpeaban. Al crecer, respondió esa pregunta por sí mismo. Él no era el problema, no tenía por qué cargar con las decisiones de dos adultos y sus equivocadas acciones, por lo mucho que le habían dolido los tratos de sus padres, finalmente comprendió que no importaba lo que hiciera, el problema era ellos.

Cuando Oak nació, Khai conoció el amor. La llegada del niño lo motivó a vivir, desde el primer día le prometió que lo cuidaría y que siempre estaría con él. Promesa a la cual nunca fallo. El niño de aquel entonces, pensó que con la llegada de Oak, sus padres cambiarían. Para su pesar no fue así. Tampoco cambiaron con la llegada de Shin. Incluso sospechaba que sus dos hermanos no compartían el mismo padre biológico con su persona. A sus cortos ochos años tuvo que madurar abruptamente para hacerse cargo de la crianza de sus hermanos menores. Aprendió a cambiar pañales, memorizo canciones de cuna, conoció la mejor técnica para mecer bebés, invento cuentos, lloro en silencio y se desveló noches enteras procurando que sus hermanos estuvieran bien. No hubo etapas en su vida, ya que se vio obligado a crecer de la noche a la mañana. Se convirtió en un adulto responsable mentalmente con el cuerpo de un pequeño niño. Sus padres le enseñaron el lado más oscuro de la vida, por lo que se aseguró de que sus hermanos al menos conocieran el amor de mejor manera. Además, de dejarle heridas que le tomaron mucho tiempo sanar, le enseñaron a nunca confiar en alguien.

La mañana en la que sus padres se marcharon, experimentó el miedo más terrorífico de su vida. Aunque no fueran los padres responsables que le hubiera gustado tener, seguían siendo lo único que tenían. Sintió terror pensar en lo que debía hacer de ahí en adelante para mantener con vida a sus hermanos y más miedo le dio pensar que podrían separarlos de alguna manera. Ni siquiera cuando era golpeado por sus padres sintió tanto miedo como esa mañana. Todo lo que llegó a imaginar se esfumó cuando vio a esos dos jóvenes entrar en su casa. Si tuviera que describir la escena podría decir que se sintió como una luz entrando en una cueva oscura, él estaba tan acostumbrado a la oscuridad que cuando sintió la luz por primera vez, el miedo lo consumió. No entendía muy bien porque un par de desconocidos estaban dispuestos a dejar todo por ayudarlos, pero luego entendió que los corazones de esos dos chicos eran los corazones más puros y sinceros que pudieron encontrar.

Todos los días le sorprendía la capacidad que tenían los mayores para manejar situaciones en las que sus padres habrían hecho un escándalo. No sé enojaban cuando los niños rompían algo y no les molestaba que hicieran más ruido de lo normal. Prem siempre se encontraba disponible cuando Shin lo necesitaba, no le molestaba sostenerlo cada vez que el niño se lo pedía y se encargaba de darle muestras de cariño. Sabía lo difícil que sería para su pequeño hermano poder acostumbrarse a esa nueva vida, pero con la ayuda de Prem estaba avanzando a pasos gigantes. Por su parte, Boun era todo lo que Oak necesitaba para dejar fluir su verdadera personalidad. Su hermanito siempre había sido un niño activo y curioso, pero sus padres se habían encargado de reprimir su enérgica personalidad. Boun dejaba que lo siguiera a todos lados mientras le hacía mil preguntas y pacientemente respondía a cada una de esas preguntas. Los jóvenes le habían enseñado algo nuevo a Khai, la seguridad y confianza. Nunca experimentó lo que era dormir tranquilo o pasar un tiempo sin tener que estar a la defensiva. No podía imaginarse durmiendo bajo el mismo techo con sus padres con la misma tranquilidad que lo hacía en casa de los jóvenes. Además, de su propia seguridad, sabía que, en sus manos, sus hermanos siempre estarían a salvo. Y aunque no lo demostrara, él confiaba ciegamente en ambos jóvenes. Sentía que ese era su hogar, que el pasado solo era un recuerdo que debían olvidar porque ya habían logrado llegar al lugar correcto, dónde pertenecían y donde siempre debieron estar.

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