Capítulo 3. ¿Quién es Milissen? Parte II.
Abro los ojos para luego cerrarlos tan rápido como los abrí. Una luz cegadora es lo único en mi campo de visión y un dolor punzante se instala en mi cabeza: como si estuvieran taladrando mi cerebro.
Me llevo las manos a las sienes y las acaricio suavemente dando leves masajes, mis ojos de acostumbran a la luz e intento mirar el lugar en el que estoy: una habitación de hospital. Analizo el cuarto intento recordar como llegue aquí.
De pronto un agudo pitido sin ningún origen aparente comienza a resonar por toda la habitación provocando que tape mis oídos con las manos y comience a retorcerme de dolor.
Mi cuerpo se retuerce, arquea y encorva en posiciones forzosos y casi que demoniacas; como si estuviesen haciéndome un exorcismo. Lamentos, quejidos y gritos desgarradores salen de mi garganta al punto de que esta empiece a dolerme.
Pero aun así no puedo evitarlo. el pitido se hace más fuerte y siento que ya no puedo más.
Personas que no conozco vestidos con batas blancas entran en la habitación y se acercan a mí a toda prisa.
¿Estoy muriendo? ¿así se siente la morir?
—¿Qué le pasa? ¿Qué siente? —Pregunta un hombre tocando mis manos y aprieto más mis oídos. Su voz se escucha tan lejana, como si no estuviera aquí—. ¿Señorita, que le pasa?
Intento responder, pero mi cuerpo ya no puede aguantar más y caigo en la inconsciencia.
—¡Milissen! —Grita una chica de pelo rojo a unos metros de mi sonriendo—. ¡Vamos tontita! ¡Corre!
¿Milissen? ¿así me llamo?
Corro inconscientemente detrás de la pelirroja. Sus ojos son de un verde esmeralda; tan hermosos que el mismo mineral debe sentir envidia, su piel es tan blanca que parece porcelana, y su rostro tiene facciones tan delicadas que parece de cristal; una muñeca de cristal.
Miro al alrededor: estamos en un campo lleno de flores de colores, con una roca en el medio. Nos detenemos al lado de la roca y la pelirroja me mira con una hermosa sonrisa: una sonrisa de felicidad. Levanta una navaja la incrusta en la roca, moviéndola con dificultad a través de esta, escribiendo algo.
Al terminar me mira con mordiéndose el labio con nerviosismo—. ¿Te gusta? —Pregunta con un brillo extraño en los ojos.
Asiento y la abrazo.
Ya no la siento en mis brazos y miro alrededor: Todo está en llamas. Mi cuerpo y ropajes están cubiertos de un espeso liquido carmesí.
Sangre.
—¿¡Como pudiste hacer eso Milissen!? —Pregunta una mujer de ojos grises, también pelirroja.
Miro a mi lado y siento como un vacío en mi corazón al ver la escena frente a mis ojos.
El cuerpo de la pelirroja se encuentra tirado en el suelo a mi derecha, con múltiples puñaladas en el pecho y una sonrisa en su rostro, su vestido blanco esta manchado de rojo y debajo de ella y a su alrededor yacen rosas blancas las cuales también están manchadas de ese tétrico color.
Lagrimas salen de mis ojos nublando mi vista, observo la enorme mansión frente mi mientras el fuego arrasa con todo a su paso: Con el jardín trasero y parte del delantero, con las cercas y los árboles alrededor de la casa. Las cenizas y el humo son lo único que quedan mientras la enorme residencia se cae a pedazos.
—¡Esto es tu culpa! —Grita la mujer nuevamente.
De pronto todo se vuelve negro y siento como caigo al vacío.
—Milissen... —Escucho un débil y roto susurro el cual no puedo identificar. No puedo percibir si el dueño de esta voz es hombre o mujer.
—Milissen... —Susurran nuevamente.
—¡No! —grito perdiéndome en la densa oscuridad—. ¡No! —Abro los ojos de golpe encontrando nuevamente en la habitación de hospital, una pulcra habitación de color blanco.
—Tranquila, señorita —Dice una chica de cabello castaño.
Me acuesto rápidamente, pero termino por marearme un poco.
—¿Dónde estoy? —Pregunto torpemente.
Es obvio que estoy en un hospital, pero siento la necesidad de confirmarlo. Por alguna razón no puedo recordar como llegue aquí y eso me asusta.
—Estas en el hospital memorial de Constance... bueno es el único hospital de Constance.
—¿Constance? —Arrugo la frente confundida.
—Es normal que no lo conozcas. Somos un pequeño pueblo en las lejanías de Cansas —Explica la mujer con tono calmado y amigable.
—¿Qué me sucedió? —Pregunto. La respuesta a esta cuestión es algo que me carcome, siento que no me agrada la curiosidad.
¿Siento? Ni siquiera se que no me agrada, solo tengo un leve presentimiento, ¿Por qué? Odio esta incertidumbre, este sentimiento de no saber nada sobre mí. Me siento como un globo el cual solo tiene aire, no tengo nada mas que aire en mi cabeza, todo esta en negro.
Siento las lagrimas quemar en mis ojos, listas para salir, pero inhalo y exhalo lentamente calmándome, alejando cualquier indicio de llanto.
La enfermera me da una mirada llena de lastima y con una sonrisa torcida dice:
—Esperábamos que tu nos respondieras eso —Sus ojos me observan con la pena brillando en estos.
Esta mujer siente lastima por mí, al parecer es lo único que se de mí: Doy lastima.
—Lucy, puedes retirarte —Dice una voz desde una puerta, la cual supongo es la entrada y salida de esta habitación.
La enfermera asiente y observo al dueño de la voz: Un hombre caucásico, le doy unos cuarenta años, con lentes y ojos cansados, corpulento y con bastante pelo castaño en su nuca.
—No quiero asustarte, soy doctor y te hare unas preguntas —Explica y yo asiento—. ¿Cuál es tu nombre?
Arrugo el entrecejo pensativa al instante el sueño que tuve viene a mi mente.
Milissen.
—Milissen —Respondo segura. El doctor me mira a través de sus anteojos por unos segundos para luego escribir algo en su libreta.
—¿Cuántos años tienes? ¿No recuerdas si tienes apellido? —Pregunta y niego—. ¿Tienes familia o amigos?, ¿de donde eres, donde naciste?
—No se... —Respondo mirando al vacío—. Intento pensar en las respuestas, intento recordar si tengo amigos, o familia, mi edad... Pero todo es negro, y duele. Mi cabeza duele. —Digo sincera.
—Bueno según lo que has dicho y nuestros exámenes hechos previamente en conjunto con mis hipótesis esta confirmado: Tienes amnesia. Haremos unos cuantos exámenes cerebrales cuando nos traigan el equipo que pedimos y veremos que tan grave es el daño —Su voz es clara y concisa, puedo entender cada palabra que dice, pero aun así se siente como un sueño. Se siente como si yo no estuviera aquí, como si estuviera soñando, pero estuviera consciente dentro de mi sueño, esa sensación de que todo es mentira, de que despertaras, de que se siente tan extraño y a la vez ¿monótono? Creo que esa es la palabra—. Eso es todo, creo que ahora solo queda una pregunta: ¿Quién es Milissen?
El hombre vestido con bata blanca me da una sonrisa simple antes de salir por la puerta dejándome con el calvario de mis preguntas y pensamientos.
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Milissen ©
Misterio / SuspensoUna chica es encontrada en medio de la carretera de un pequeño pueblo de Cansas, desnuda, con signos de golpes y de una posible violación, marcas de estrangulamiento en su cuello, fuertes contusiones internas y una aparente pérdida de memoria, ¿Cómo...