El pequeño Hueningkai se encuentra sentado en una de las pequeñas mesas de un salón colorido. Veía como sus compañeros reían alegremente, el como manchan sus dedos con pintura de varios colores, al igual que llenaban su cara de brillos como toda la mesa por sus ideas a reflejar en manualidades.
Manteniéndose en el fondo, seguía observando todas esas acciones, sintiéndose un poco triste al no poder formar parte.
En la pizarra, con letras grandes, decía día de las madres con otros bonitos garabatos hechos por los otros niños y niñas. Por lo tanto, lo que todos hacían era regalos hechos a mano o cartas a sus mamás.
— oh, pequeño. ¿Por qué no estás trabajando con los demás?
Al levantar su rostro decaído por el desánimo, tuvo en frente la muy bella sonrisa de su profesor. Con su muy llamativo cabello morado junto con la diadema de orejas de conejo que suele usar en algunas clases.
Soobin le está hablando y se sonrojó un poco por tener la total atención de él.
— yo-o —trata de articular, pero sólo consigue el retorcer sus manos y la orilla de su playera, sus mejillas las siente muy calientes.
— siempre haces muchas cosas bonitas, Hueningkai —Soobin se sienta sobre sus propias rodillas para poder conseguir estar un poco a la altura del niño sentado, no fue mucha ya que es muy alto, pero si alcanzó para acariciar el cabello del niño, con un cariño del que Hueningkai consiguió consuelo.
—Yo... no tengo mamá —murmura por lo bajo, y Soobin ve como al pequeño le comienza a temblar el labio.
Soobin sintió como si su corazón se encogiera, justamente como el niño en su silla. Hueningkai es un niño tan alegre y se le ha hecho muy raro que ese día estuviera muy callado. No se espera en lo absoluto una confesión como esa.
Llevando su mano al rostro, sostiene con delicadesa el menton del menor, y le da una calida sonrisa.
— Hueningkai — le llama, para obtener de nuevo la atención del niño— si tienes alguien junto a ti, que juegue contigo, esté para ti y también que te de mucho amor como abrazos y besos, esa es la persona a la que le puedes regalar cartas, cielo — acaricia la mejilla con ternura, esperando ser claro con el niño, no dar realmente detalles tan profundos, pero si ser sincero con los puntos dados— ¿tienes a alguien que haga eso por ti? ¿Qué te cuide y ame mucho?
Es ahí cuando la cara de Hueningkai cambió por completo, ahora, el estando mas cerca de su habitual rostro iluminado.
— ¡si, mi papá!. — exclama con entusiasmo— Él me ama mucho, juega conmigo y me da todos los peluches que quiero.
La sonrisa de Soobin se extiende más al ver como el niño está sonriendo otra vez como siempre le ve en su carita.
— En ese caso, deberías de hacerle una carta a tú papá.
Hueningkai lo mira con curiosidad.
— Pero maestro Soobin... él es un Papá, no una Mamá. Y hoy es cartas para mamás.
— eso no importa cielo, sea mamá, papá, no importa como le digas. Debes de darle alguna carta a las personas que te aman, en este día, los otros días o cuando quieras.
Hueningkai asintió.
— Entonces...—vuelve a hablar, esta vez animado — ¿También puedo hacerle una carta a usted? Juega conmigo y me quiere, eso significa que también merece una carta hoy.
Soobin no pudo evitar sentirse tan feliz ante lo dicho.
.....
Su tiempo aquí ya finalizó, el ver partir algunos de los niños y niñas, como igual estos entregaban cartas a sus mamás que venían por ellos, incluso supo de que algunas de esas mueres que no eran exactamente las madres, pero los pequeños le entregaban sus obsequios con alegría. Le era algo tan lindo de ver. Sin embargo, otra vez su vista solo se centró en uno solo de sus pequeños alumnos, y fue otra vez en Hueningkai, quién en la mesa (ahora solitaria) seguía rodeado de materiales, y a como divisó, supuso que estaba escribiendo o dibujando ante el moviento del lápiz.
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