Cap. II

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—Mi nombre es Lan JingYi —el joven se acercó intrigado, al parecer la curiosidad ganó ante el miedo que sentía al principio—. ¿Cómo fue que te hiciste esa herida?

—Debo irme.... muchas gracias por la ayuda —Wen Ning se levantó, recogió su chaqueta y se dirigió a la puerta.

—Pero no debe irse, su hombro...

Sin mirar al chico sujetó el pomo de la puerta pero entonces su herida comenzó a doler. Sintió como su pecho se contraía. Por un momento sus extremidades se debilitaron y cayó al suelo.

—¿¡Estás bien!? —JingYi en segundos estaba al lado del hombre, lo ayudó a levantarse del suelo y lo sentó en el sofá nuevamente.

—No es.... nada, es solo que.... duele un poco —dijo apretando la mandíbula tratando de contener los jadeos. El dolor no era precisamente de la herida, mas bien debido a su condición. Ya habían pasado muchísimos años pero jamás podría acostumbrarse a esa sensación.

—Por eso le dije que no se fuera todavía —JingYi lo señaló con el dedo índice y le regañó.

Wen Ning miró al chico, antes no lo había notado pero este niño le recordaba a alguien, más específico a alguien que murió hace mucho tiempo y que conocía a la perfección.

—JingYi, ¿todo está bien? —Sizhui quien había salido del baño se acercó a su primo y vio que el hombre ya estaba despierto—. ¿Señor, ya se encuentra mejor?

—Su nombre es Wen Ning —JingYi habló rápido, Wen Ning asintió a Sizhui.

—Yo soy Lan Sizhui —hizo un gesto con la mano hacia la cocina—, puede comer con nosotros y tampoco debería salir en ese estado, mejor espere a mañana.

Miró a los chicos por un tiempo, el no podía quedarse y poner en peligro a los niños. El hombre que lo mantuvo encerrado de seguro mandó a otro de sus secuaces a capturarlo. Él pudo detener al primero, pero poco tiempo después quedó inconsciente. No tiene energía suficiente ni para curar su herida.

—¿Siempre meten a extraños en su casa, y si soy un criminal? No deberían confiar tanto en la gente —Wen Ning les habló a los chicos. Él no les haría daño, por supuesto que no, pero son muy confiados y eso no es bueno. Los primos agacharon la mirada un poco avergonzados.

—Pero usted no es un criminal. Los malos no dirían eso —JingYi levantó la mirada y se rascó la cabeza despreocupado, lo vio directamente—. Al principio pensé que sí lo era, pero ahora no.

Wen Ning no dijo nada más. Pero debía irse temprano, si esa gente lo vio entrar a esta casa es muy probable que hagan algo en su contra usando a estos niños.

A la mañana siguiente se fue mucho antes de que amaneciera. Revisó los alrededores de la casa y cuando estuvo seguro de que no había nadie sacó del bolsillo del pantalón una daga. Estiró su brazo derecho y arrastró el filo del metal por la piel de su muñeca. Un hilo de sangre comenzó a brotar de la abertura y cayó al suelo. Wen Ning se tambaleó un poco, sin duda no había recuperado suficiente energía. Un poco mareado se agachó y dibujó un patrón de letras en el suelo con la sangre. Murmuró unas palabras y una luz brilló sobre ésta, luego desapareció como si el suelo nunca hubiera estado manchado de sangre.

Wen Ning se levantó, con eso sabría si alguien amenazaba la vida de los chicos. Metió las manos en los bolsillos de su pantalón y caminó por las calles, hacía tiempo que no veía la luz del sol. No tenía mucho sentido regresar a su antigua casa, habían pasado más de 200 años desde que lo capturaron por lo que tendría que conseguir una nueva identidad. Luego buscaría al tipo que lo mantuvo cautivo. Wen Ning suspiró, ese hombre debe saber como retirar la maldición. Cuando estuvo encerrado escuchó conversaciones, en las cuales hablaban sobre un supuesto emperador. Por lo que escuchó, querían usar a Wen Ning para revivir a este hombre. Pero no habían podido hacerlo ya que Wen Ning aún tenía una parte humana, no era del todo un demonio. Ya lo habían usado una vez, no quería que eso se repitiera de nuevo.

La Maldición del Demonio. 《MDZS》 ~ NingYi ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora