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Si alguna vez Isabella Swan intento tener algún tipo de amistad con la menor de los Hale, después de aquella semana cualquier deseo se desvaneció por completo.
Lamentablemente no se podía deshacer de ella por mucho que ambas lo quisieran y definitivamente su padre no aceptaría que aquello sucediera, no cuando ambos compartían dos de sus pasatiempos favoritos: los deportes y discutir porque Edward Cullen era un pésimo pretendiente para Bella (aunque a menudo Isoley tenia que morderse la lengua para no soltar uno que otro comentario sobre la chica)
—Estaba viendo eso —se queja la castaña tratando de recuperar el control del televisor.
—Sí, estabas —Isoley sonríe con diversión—Pero las noticias solo te llenaran la cabeza con mentiras, Isabella. Ya habíamos tenido esta conversación.
Bella no dice nada más, resignandose a observar un partido de Baseball que no entendía. Ni siquiera trata de arrebatarle el aparato a la fuerza, lo habia intentado antes, pero Isoley era como esa hermana que siempre le pidió a sus padres y todo el mundo le decía que iba a detestar con el tiempo. Excepto que para ser tres años más joven era mucho más fuerte que ella. Al menos cuando Jacob la pasara a buscar al día siguiente por fin tendría un dia libre de la chica.
—¿Vas a salir? —pregunta después de un rato observando las sombras del bosque, Isoley la imita tratando de enfocar la vista por si reconocía alguna figura.
Los últimos días vampiros y lobos se llevaban turnando para mantener vigilada la casa de los Swan y la rubia se había mantenido atenta a los turnos de cada grupo para mantenerse informada por su familia por mucho que estos le repitieran que no podía salir a tales horas. Era casi la una de la mañana y solo dos figuras parecian estar paseandose por el borde del bosque, una era su padre -nadie era tan grande- y la otra más pequeña no pudo reconocerla, pero de todas formas se levanto y tomo una chaqueta que pertenecía a Charlie para no congelarse allí afuera.
—Si vuelvo y estas viendo esa basura de nuevo le voy a decir a Charlie de las veces que Edward entra por tu ventana —advierte cerrando la puerta con cuidado detras de ella.
El frio la recibe inmediatamente y pasa la primera hilera de árboles casi corriendo sintiendo como más de un par de ojos seguía sus movimientos, pero no sentía miedo, confiaba en se trataban de los familiares dorados.
—¡Taz, te dije que no puedes seguir saliendo así! —la regaña Emmett apenas la intercepta por la tercera hilera y la envuelve en un gran abrazo con cuidado de su piel fría no la tocara. Detrás de él sale Jasper y como si se tratara de morfina Isoley se siente instantaneamente más relajada cuando le regala una ventisca de tranquilidad.
