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Si había una cosa que Isoley Hale podía decir odiar por sobre las calcetas que llegaban más arriba de los tobillos y las ecuaciones de segundo grado, esta era sin lugar a dudas sus pesadillas. Pero si tenia que elegir un segundo lugar, la medalla se lo llevaban los Lunes.
Daba igual lo poco original que sonara cada vez que lo decía en voz alta, pero desde que ella tenia uso de la memoria cosas malas sucedían los Lunes como cosas malas sucedían los días calurosos en La Push.
Tenia ejemplos de sobra para respaldarse; el día que su padre la dejo a merced de su madre, el calendario colgado en la puerta de la cocina tenia tachado claramente el Lunes; cuando Aries Gilmore decidió que era una buena idea cortar una de sus coletas rubias, ¡Lunes!; su primer corazón roto sucedió efectivamente un Lunes y sin ir más lejos ese mismo día coincidentemente tambien se rompió el brazo derecho. Así que en lo que respectaba a Isoley, la única forma en que pudiera bajar algunos lugares en su lista era si se cruzaba con la versión joven de John Stamos o alguno de los Jonas Brothers -cosa que posiblemente jamas sucedería y por ende tampoco su agrado por el primer día de la semana. Pero de todas formas, y por mucho que deseara quedarse hasta tarde refugiada entre las sabanas, se obligó a si misma a salir de la cama y prepararse antes de que su madre se apareciera por la habitación. Ella especialmente no aceptaba su extraña teoría sobre los lunes en su vida, o más bien cualquier "tonta excusa" que la detuviera de disfrutar el mundo -aunque fuera en un lugar tan pequeño e insignificante como Forks.
Asi que sin perder mucho tiempo tomo un par de prendas que ya había utilizado juntas y sabía perfectamente que se verian bien, y camino hacia al baño para poder darse una ducha que su cuerpo pedía con urgencia. Había tenido otra pesadilla, por supuesto. E incluso cuando no había sido lo suficientemente mala como para mantenerla despierta por el resto de la noche, sentía que su cuerpo seguía allí, adormecido a cualquier contacto con el mundo real.
—¿No usaste eso la semana pasada? —pregunto inmediatamente Alice cuando la vio bajar por las escaleras, mirando con detenimiento desde sus zapatillas hasta las pulseras que caían en sus muñecas.
—Nop, estoy muy segura de que este conjunto es nuevo —mintió, pasando rápidamente hasta la cocina para evitar más cuestionamientos. Las pocas peleas que la humana había tenido con su única tía habían sido respecto a su ropa, mientras que por un lado Alice se preocupaba de que todos lucieran ropa diferente todos los días, siguiendo siempre las tendencias y lineas más recientes. Por otra parte estaba Isoley, quien llegaba a encariñarse tanto con una prenda que era capaz de usarla un mes completo hasta que desaparecía en extrañas circunstancias o simplemente se encariñaba con otra cosa- Alice estaba segura que la misión de su vida era arreglar el sentido de la moda de su única sobrina.
En cuanto entro en la cocina ya había un plato servido para ella en la isla y una taza de té caliente esperando por ella. Además de su abuela, sus padres tambien se encontraban sentados allí. Les gustaba la idea de desayunar juntos aunque la única que comiera fuera Isoley, de alguna manera los hacia sentir como una familia común.