Día 1

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✨ Tomados de las Manos. ✨

• 7 y 4 años •

La calma era increíble, nunca te percatarías de las ligeras presencias que yacían jugando en el agua de aquel refrescante lago un día de verano.
A los pequeños se les había hecho una espléndida idea ir a divertirse un poco el aquel lugar de agua cristalina y natural que se hallaba a poco kilómetros de la casa del mayor.

Si continuas jugando así entre las rocas te lastimaras. – exclamó preocupado el peli flama cuando notó el lugar de juegos de su amigo.

Aunque no fuese muy expresivo el chico a unos metros de distancia conocía perfectamente los gestos y tonos de voz que usaba el chico dependiendo de la situación, tal y como pasaba ahora.

No seas así Vegeta, no me pasará nada. – chilló mientras ignoraba al advertencia de su mayor y continuaba con su insignificante pero hermosa diversión que le daba saltar entre las rocas y chapotear en el lugar.

Para tener cuatro años el peli palmera era más necio que una mula, el mayor siempre trataba de protegerle de los posibles peligros que se presentaban constantemente ante ellos pero la terquedad del primero era más fuerte que la razón del último. Una pésima combinación.

¡Bien! – soltó cansado. – Has lo que quieras pero no seré responsable de lo que te suceda después. – para contar con apenas siete años el peli flama era bastante maduro y -en palabras del menor- un completo aguafiestas a la hora de jugar en lugares "totalmente seguros" (Sitios de alto riesgo para niños de su edad) .

Y dicho y hecho, el menor cayó cuando resbaló con una toca lamosa que se encontraba escondida entre las demás. Lloró a mares cuando sintió sus pequeñas y tiernas rodillas chocar con el resto de la fría y dura superficie rocosa.

¡Kakarotto! – apenas reaccionó fue enseguida donde su mejor amigo, más específicamente a la orilla del lago, para comprobar que no se hubiera hecho más daño del que ya se había producido con la caída.

Las lágrimas no paraban por más que el peli flama intentara hacerle reír o molestarle con cualquier otra idiotez para distraerlo de su inmenso dolor. Nada funcionaba.

Ven aquí. – llamó para no tener que mojarse de nuevo justo cuando al fin consiguió estar completamente seco.

Cuando el pequeño llegó donde su amigo y compañero de juegos y travesuras éste no dudó en tomarle la mano. Se sorprendió. Pero esa sorpresa fue suficiente para detener el llanto y hacer aparecer una enorme sonrisa en el -normalmente- alegre semblante del peli palmera.

Al menos dejaste de llorar. – balbuceó para sí mismo. – Vamos a casa, te raspaste, tu herida debe ser tratada por un adulto para que te recuperes rápido y podamos seguir jugando. – sonrió genuinamente, como pocas veces se permitía hacerlo con sus demás conocidos.

Ambos se encaminaron a la casa del mayor para curar al menor, mas nunca se soltaron de las manos, no porque no pudieran sino porque no querían, la sensación de sus manos entrelazadas era espectacularmente cálida. Ninguno quería soltar la mano contraria. Además, el mayor dijo que así evitarían otro accidente, aunque sólo quería tener una excusa para seguir con ese hermoso tacto.

Llegaron a casa con sus manitas juntas y por ser niños los mayores no cuestionaron sus acciones. Se veían adorables.

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30 Días De OTP | KakaVegeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora