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Eh, Nueva Granada, cariño, despierta. — El roce de sus masculinos dedos sobre su cabello castaño, eso hizo despertar a su "hija".

Abrió con lentitud sus verdosos ojos, viendo que aquella persona que le llamaba no era más que ese hombre europeo al que tanto detestaba, su padre.

Buenos días, padre — dijo con su fina voz — ¿Qué es lo que se te ofrece?

Qué mezquina eres. Solo quería que pedirte que fueras a desayunar.

El menor apretó las sábanas con fuerza. Bajo su mirada vacía y si más alternativas, accedió.

El mayor feliz dejó al latino solo en ese enorme dormitorio para que se vistiera a solas. Cuando al fin se fue el colombiano gruñó furioso de tener que ver su cara cada mañana al despertar, odiaba a ese hombre, odiaba su interés por querer "verla" feliz.

Casi a punto de llorar, buscó entre su ropero algún vestido lo suficientemente decente como para ir a desayunar y empezar su día como la hermosa niña que era.

De entre todas esas ropas tomó su vestido favorito, completamente blanco con estampados; era simple pero muy bello, un regalo de su querida madre para su cumpleaños número dieciocho.

Llamó a unas sirvientas que pasaban por allí, para que le ayudarán a ponerse su corsé, "— lo más apretado posible; así es como se viste una mujer. —" Siempre decía su padre.

Bajo con las escaleras encontrándose con su hermano menor, Panamá.

¡Hermana! — Acto seguido corrió para abrazar las piernas delgadas y femeninas del mayor. El niño río alegre siendo cargado. El pobre párvulo de siete años aún no tenía presente el género real de su consanguíneo.

Hola pequeñín, espero que hayas despertado bien.

El pequeño iba a contestar pero fue interrumpido por el segundo mayor.

¡Oh, claro que despertó bien! ¡Estuvo saltando en mi cama para que despertará durante casi cinco minutos seguidos! — Dijo molesto el venezolano, a lo que Colombia reio gozoso.

El menor sacó su pequeña lengua en forma de burla.

Dejen de pelear y comamos. — Se quejo el ecuatoriano empujando a los mayores hasta el comedor.

Allí estaban sentados sus padres, los cuales los recibieron con una sonrisa y una mesa llena de platillos exquisitos.

Todos se sentaron en sus asientos dispuestos a comenzar a comer.

Me tengo que ir. El rey me a llamado y no pudo faltar.

Una pequeña sonrisa salió de los labios de los hermanos mayores, ambos estaban cansados de las injusticias que tenían que vivir cada día de su vida.

Oh, entiendo. Espero que no sea nada grave. — Dijo la bella libertadora. Tal vez su esposo no lo supiera, pero cada palabra que salía de su boca eran mentiras, la hipocresía reino en ella el mismo día en que nació su primer hijo.

Eso espero yo también. — Dijo emocionado.

El español se levantó inmediatamente que terminó su platillo; le dio un beso a su esposa e hija, se despidió de sus hijos y salió en camino a su país de origen.

Suspiros de alivio salieron de todos los presentes, al fin la terrible aura que emanaba ese europeo se había ido.

¿Cariño, estás listo para verlo? — Preguntó su madre con un semblante serio, al fin podría empezar a ejecutar su plan, sin España en su camino, todo sería más fácil.

Si...

Niña ❝🇨🇴❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora