Capitulo X

79 17 82
                                    

Custer

La mala postura que adoptaba Leia al dormir me obligó a levantarme más temprano de lo que acostumbro y la diferencia horaria me estaba pasando factura, me sentía más cansado de lo normal. Tuvimos una noche bastante peculiar, yo estaba familiarizado con noches así, llenas de golpes y mucha sangre. Pero Leia no lo estaba, lo que para mí era normal para ella era horrible y terrible. Yo había sido embarrado por aquel lodo espeso que aunque quisieras no podrías quitártelo de encima, y con el tiempo terminas por acostumbrarte. Pero yo, más que acostumbrarme disfrutaba ser parte de ese mundo porque no conocía nada más.

Con mucho cuidado me deslicé sobre la cama, luego lentamente aparté su tibio y delicado cuerpo que se aferraba a mí como si fuera alguna especie de salvavidas. Sus ronquidos se oían adorables y esa maraña negra de cabello le cubría todo su rostro. Ella, bajo un sueño profundo se acomodó dándome la espalda y un segundo después inconscientemente me encontré acariciando con delicadeza sus brazos raspados y amoratados, cierto coraje se apoderó de mí, ¿como pude dejar que alguien la lastimara de esta manera?, ella era inocente y no se merecía algo así. Ella no era nada mío, no entendía el porqué de esta necesidad que tenía de protegerla y mantenerla a salvo.

Me parecía egoísta la forma en la que Kira anteponía su vida y arriesgaba la vida de quien se supone sería su mejor amiga, pero por otra parte jamás traicionaría o faltaría a las órdenes de Orlov. Pero lo que más me inquietaba en éste momento era la presencia de aquel sujeto en la vida de estas chicas.

Decidí tomar cartas en el asunto, debía descubrir lo que ese hombre hacía aquí y cuáles eran sus verdaderas intensiones. Mientras salía de la habitación me puse a pensar en la relación que tenía con Kira, estoy seguro que no iba más allá del sexo y la amistad, bueno al menos para el sujeto en cuestión.

Salí del departamento y cuándo llegué a la acera me di cuenta de que apenas y estaba amaneciendo. La mañana estaba fresca debido a la inmensa lluvia que tuvimos en la noche y no pude evitar estremecerme cuándo las gotas frías que caían de las hojas de los árboles y  la brisa hicieron contacto con mi piel desnuda.

Llegué hasta mi vehículo y tomé mis pertenencias, me fijé en la fotografía que tenía del otro sospechoso para refrescar mi memoria. Dentro de la guantera había encontrado oculta una Taurus negra de calibre cuarenta junto con un cargador de reserva, también tenía mi cuchillo dentado que era uno de mis favoritos a la hora de torturar traidores, estas armas probablemente pertenecían a uno de esos dos sujetos, los cuales me había recogido del aeropuerto.

Tomé todas mis cosas y subí de nuevo, me apresuré al entrar y no sabía donde podía dejar mis cosas. Me preocupaba que ese sujeto encontrara mis armas así que me metí a la habitación de Leilani quién seguía profundamente dormida. Traté de hacer el menor ruido posible y entré al baño, necesitaba darme una ducha para quitarme esta pesadumbres que llevaba encima. Mis músculos se tensaron con el primer contacto del agua fría pero después me relajé, miré mis nudillos cuyas heridas aún estaban frescas, apenas y la sangre se había secado dentro de los pequeños cortes.

Cuándo me fijé en los pantalones de chándal que estaban tirados en una esquina del baño entendí lo que Kira quiso decir —No te gustaría saber a quién pertenecen— estaba más que claro que pertenecían a ese sujeto, y tenía razón me produjo cierta incomodidad al comprenderlo.

Después de la ducha helada que me di, me vestí con una simple remera negra de mangas cortas y mis clásicos vaqueros rasgados que me quedaban una talla más grande. No me gustaban los pantalones ajustados, toda mi ropa era holgada debido a que necesitaba sentirme ligero para moverme con facilidad. Solo eran manías mías.

PELIGROSA AMISTAD © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora