Capítulo III

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"No había nada certero en su mirada."

Leia

Me desperté bastante abrumada por el dolor de cabeza que se había instalado en mi, retumbando prácticamente por todo mi cuerpo, esa fiesta estuvo bastante loca pero lo ameritaba, recuerdos borrosos y un moreno de ojos claros surcaron mi mente mientras intentaba sentarme en mi cama.

—Mierda..—susurré entre dientes mientras apretaba mi cabeza con ambas manos tratando de recordar si no hice algo indebido bajo los efectos del alcohol —, jamás volveré a beber así, esta vez fuimos demasiado lejos.. —dije palpando la mesita que estaba al costado de mi cama con la intención de encontrar mi celular pero terminé echando todo, no estaba acostumbrada a beber de forma constante por lo tanto la resaca es una horrible consecuencia por mi inhibición.

Traté de abrir bien mis ojos pero la luz del día que se colaba por la ventana era muy fuerte y no podía distinguir casi nada, entrecerré los ojos y corrí mis obscuras cortinas para bloquear la luz que me cegaba.

—¡Mierda! ¡Mierda! —exclamé cayéndome al suelo cuando reventé mi dedo pequeño del pie por los bordes de la cama —, definitivamente este no será mi día.. —murmuré casi entre lágrimas y frotando mi pequeño dedito, ni un corazón roto dolía tanto como cuando te golpeas el dedo pequeño del pie, era como sentir el máximo exponente de dolor.

Traté de recobrar la compostura y me aseguré de que nadie más me había visto, miré por cada rincón de mi habitación y en especial mi cama, un suspiro de alivio salió de mis labios cuando la encontré vacía y solo estaba mi ropa esparcida por todos lados.

Acto seguido entré al baño para darme una ducha con agua fría, necesitaba quitarme este olor a mierda que tenía y tratar de calmar este dolor de cabeza horrible, cerré mis ojos y dejé que el agua se llevara todas mis dolencias mientras los recuerdos desdibujados fluían a travez de mi memoria un tanto anestesiada por el alcohol.

—¡Hey!la voz de aquel moreno de ojos claros me obligo a voltear a pesar de la estrepitosa música.

—¡Hola Jayden! —exclamé sonriente intentando hacerme oír sobre la música. Todo el ambiente me abrumaba y en la pista de baile era peor, Amber bailaba a mi lado contoneándose y dejándose llevar con mucha lascivia.

Él se acercó para plantar un beso en mi mejilla y luego saludó a mi ya descontrolada amiga.

—¡Voy por un trago! —gritó muy cerca de mi oreja y pude sentir su aliento mentolado erizándome la piel —, ¿Quieres algo? —preguntó con su rostro muy cerca del mío y mi corazón comenzó a latir con mucha fuerza, agradecí  lo estruendoso de la música porque sentía que podría oír mis latidos precipitados.

—¡Una cerveza estaría bien! —grité mientras movía mi cuerpo al ritmo de la música.

Él asintió y se retiró en busca del elixir de la vida, acto seguido voltee para ver a mi querida amiga y no me sorprendió verla prácticamente devorándose a un pobre chico, si pobre, porque esperaba que no quedara flechado por ella, se volvió despiadada intentando ocultar su verdadera naturaleza. Una enamorada empedernida de la vida.

Desde hace mucho tiempo que éramos amigas, tanto que no sabría decir quien era una mala influencia aquí. Ella soltó al chico y éste le habló al oído, acto seguido le planto un efusivo beso y luego desaprecio.

—¡¿No te parece que por lo menos deberías saber su nombre?! —reclamé mientras bailábamos juntas y movíamos nuestras caderas en sincronía, ella se sujetaba de mí y ardientemente posó sus manos sobre mis nalgas, cualquiera diría que éramos pareja por la forma en la que estábamos.

PELIGROSA AMISTAD © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora