primavera.

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Ya era una nueva estación, el inicio de clases, pero Izuku ha llegado a faltar mucho, acaso pasa algo malo, el nunca suele faltar, es muy puntual.

Al llegar a la casa del suzo dicho, ve que la casa está cerrada, y al ver su panorama, ve a una anciana que de casualidad pasaba por ahí.

-oh... ¿estás buscando a la familia Midoriya?- preguntaba con ligero sospecho, solo le limito a decirle un "si" como respuesta.

-pues lo que pasa es que su hijo está en el hospital, ayer fue llevado por una ambulancia-

-¿Qué?- aun atónito ante la situación, decidió correr, pensar que era una cruel mentira, o que el muy tonto había caído por la escalera o que se lastimo el pie al tratar de imitar los juegos de los s*per c*mpeo*es, quería pensar eso, visualízalo en su cabeza.

Si un libro le decía que ante las peores imaginaciones era mejor imaginar algo mínimo o esperar lo mejor...

O eso quería pensar.

Fue ahí cuando pudo ver a su madre, con el ambiente por los suelos, pidió explicaciones, pero tal parece que querían ocultarlo, o no querían preocuparle.

El vio a Izuku, a pesar de que le digiera que estaba bien... por dentro sabía que nada estaría bien.

Una semana paso, y el peliverde tuvo el coraje necesario que según el "no sabe en donde lo encontró".

-tomu, tengo una mala noticia... tal parece que no volveré a la escuela- le dijo mirando la sábana blanca de aquella camilla...

-¿Qué?, ¿Por qué? Y la ¿final de futbol?- decía incrédulo, no quería creer lo que estaba viendo.

-tomu... tengo... tengo leucemia...- entre pausas fue lo único que pudo decir, para empezar a llorar...

Mientras que el otro no sabía cómo reaccionar, solo por instinto abrazo aquel peliverde , y este lloro en su pecho.

El destino es injusto.

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