Primera Vez.

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No recordaba cómo había terminado en esta situación, yo sólo quería espiar un poco la fiesta de los hermanos sin verme involucrado.

Y ni diez minutos después algún hermano borracho me había acorralado en alguna pared sin posibilidad de escape exigiendo algo que él no quería darle: un poco de sexo.

Me gustaba la vida en el club, ayudar a Doc en la enfermería junto con Evan, estudiar la carrera que yo quería y disfrutaba asistir a las fiestas a las que se me permitía pero eso no me hacía un culo divertido para los hermanos, todos en Nueva Orleans sabían que estaba fuera de los límites aún sin ser una propiedad así que el imbécil que quería besarme debía ser algún nómada o un hijo de puta salido de las casas regadas por todo el país.

Había intentado salir de aquí sin empezar un conflicto, no quería un regaño de los hermanos ni un jodido imbécil al cual atender esa noche, por algún extraño motivo ser un año más chico que Samuel lo convertía en un bebé.
¡MALDITOS TODOS! Darrell no era ningún niño pequeño, la vida en el pozo no te permitía serlo.

—Quita tus jodidas manos de encima o voy a romperte la nariz— gruñí cuando el hijo de perra intentó meter sus manos en mi camisa.

—Una pequeña probada pequeña puta— un beso nada agradable fue depositado en mi cuello—. Deja de ser una patada en las bolas sabes que estás aquí para poder presumir con tus estúpidos amigos de fraternidad como fue que un motociclista te folló el culo apretado— las lágrimas comenzaban a acumularse en mis ojos, jodida maldita tendencia a meter mi humanidad en problemas.

—Creo que la pequeña puta te ha dicho que le quites las manos de encima— un hombre que nunca había visto por el club apareció por el pasillo vacío que yo inteligentemente había escogido como escondite para poder espiar un poco.

—Largo de aquí imbécil, estamos en medio de algo— mis ojos encontraron la mirada del hombre que fumaba un cigarro.

—Yo realmente no deseo estar aquí, este hijo de puta no quiere dejarme ir— gruñí antes de empujar un poco al borracho lejos y antes de que este pudiera regresar a mi cuerpo, el hombre de tatuajes y cabello corto lo impidió.

—Ya lo escuchaste, el no quiere tu polla esta noche— el borracho intentó arremeter contra el hombre del cigarro en la boca pero este lo frenó con un certero golpe en la mandíbula que lo dejó aturdido y chorreando sangre pero tan borracho como estaba y ahora furioso intentó arremeter de nuevo esta vez logrando golpear al hombre en la boca tumbando su cigarro al piso.

—Bastardo, era el último que tenía en la cajetilla — gruñó antes de que su puño se estampara con la nariz del hermano borracho… Dos veces quien cayó al piso con un gemido de dolor.

Mi instinto de enfermero hizo lo suyo y en un instante mis manos intentaron parar la hemorragia del hombre en el piso  pero unas manos fuertes se posaron sobre mis hombros separándome de él.

—El hijo de puta debería sufrir un poco, si quieres ayudar a alguien hazlo conmigo, mi maldito labio me está matando— suspirando asentí, y aún algo aturdido por la situación le pedí que me siguiera y poco tiempo después estuvimos en la enfermería.

—¿Cuál es tu nombre? — pregunté limpiando rápidamente su labio, el daño no era considerable y en realidad estaba bastante bien salvo por el pequeño corte en la esquina inferior derecha.

—¿La pequeña puta quiere saber el nombre de su próxima polla? — mi ceño se frunció y aplique más fuerza de la necesaria en el algodón sobre su labio cosa que lo hizo sonreír y gemir un poco con dolor—. Perdón, mierda, mi nombre no tiene importancia, no estaré por aquí mucho tiempo.

30 días del ClubDonde viven las historias. Descúbrelo ahora