Capítulo 1

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—Entonces, reafirmando cuentas, el robo te beneficiará en un sesenta y cinco por ciento al estar entregando las armas fuertes para llevar a cabo todo esto. ¿Correcto?

El de cabello negro se limitó a asentir con el ceño fruncido y el rostro serio, jugando con el vaso de Whisky dándole vueltas suaves en el aire causando que el hielo emitiera su característico sonido chocando contra el cristal. Su tobillo descansaba sobre su rodilla, en un aspecto elegante y formal dentro de su estado de reposo.

—En ese caso, el trato estaría más que sellado— al escucharlo, el pelinegro se levantó de su asiento al igual que su contrario para estrechar sus manos fuertemente.

—Cuento con tu palabra, Dorian— dijo cortamente con tono severo mientras pasaba sus manos alisando el traje costoso que llevaba, para variar, de color negro.

—Puedes confiar en mí. Es un gran honor poder formar una alianza con el gran magnate, no sería tan imbécil para echarlo a perder.

Restandole importancia a las vanas palabras del castaño, miró el reloj de oro que adornaba su muñeca poniendo una mueca con su boca al ver la dirección de las manecillas.

Estaba retrasado.

Bebió de un sorbo el Whisky que le quedaba —Debo irme, tengo asuntos importantes que atender. Odio la impuntualidad.

Dejó el vaso sobre el escritorio a un lado del sillón dónde se encontraba anteriormente.

—¿Otra vez irás por esos sitios, Blake?– se carcajeó el otro —Vaya obsesión la tuya.

—Déjate de tonterías, o lo único que tú sacarás en beneficio de este robo será una bala impactando justo entre tus cejas— dijo sin expresión alguna en su rostro.

Sin replicar, Dorian se limitó a acomodar su traje para ocultar el nerviosísmo y la incomodidad que lo invadió, a pesar de la confianza que habían tomado después del tiempo que llevaban trabajando juntos y uno que otro trago, aún debía asegurarse de elegir bien sus palabras. La verdad esque en estos meses ya se había percatado de que el hombre frente a él no se había ganado su fama por nada, los rumores eran una imágen fiel a su persona.

—Si no hay nada más que agregar, nos vemos la semana siguiente— finalizó el pelinegro metiendo sus manos tatuadas en los bolsillos de su pantalones e inclinando su cabeza levemente en forma de despedida.

—Ha sido un placer Blake— respondió cortés Dorian haciendo una corta reverencia.

—El placer es mío— dicho esto desapareció junto a su mano derecha por la puerta del despacho del rubio.

Aquel hombre imponente y respetado era uno de los más grandes mafiosos en la historia, no había nadie dentro de ese mundillo del que era parte que no supiera del nombre de Alexander Blake. Para sus recién veintisiete años ya era conocido por ser el jefe en la creación de armas de fuego y tener su propio negocio en el ámbito del narcotráfico, además de ser reconocido por su afinidad a los números y sus impecables habilidades con los negocios. Ni hablar sobre el hecho de que tenía hasta a los oficiales más grandes de la policía o las Fuerzas Armadas bajo su control; razón por la cual no había necesidad de ocultar su nombre bajo un seudónimo.

Nadie sabía o tenía pista alguna de donde había llegado ese hombre, todo en él era incierto, era un gran misterio para los que se dedicaban a lo que él hacía. Todo aquel que tenía la más mínima oportunidad de cruzar palabra con él creía y podía asegurar que era el mismísimo demonio encarnado en un ser humano que vestía de traje. Nunca se le había visto siquiera esbozar una leve sonrisa al hombre. Su reputación también se recalcaba en no ser un hombre de oportunidades, al mínimo error que cometieras con él ya tenías una merecida bala en tu cuerpo.

White AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora