Capítulo 4.

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No fueron necesarios ni dos segundos para que el hombre alto y musculoso que resguardaba la entrada en Luxury Club diera aviso a su superior sobre quién aparcaba una lujosa camioneta negra frente a las puertas del club.

El pelinegro bajó de la camioneta mostrando prestancia, junto al típico aire de superioridad arrogante que siempre soltaba su sola presencia. Comenzó a caminar con sus pasos firmes, siendo acompañado por dos de sus hombres resguardandolo. Al momento de estar en la puerta del club, salió a recibirlo un hombre de piel pálida con el cabello azabache perfectamente peinado sin perder ese toque informal, era unos centímetros por debajo que él, vestido con un estilo casual y formal, además de llevar una sonrisa de media luna en el rostro.

—¿Qué trae por aquí al gran Alexander Blake?— Daniel le tendió su mano en forma de saludo, la cuál el magnate estrechó al instante sin oposición.

—¿Acaso no puedo visitar el club en el que invertí una gran cantidad de dinero para salvar tu trasero?— bromeó Blake en respuesta. Aquel hombre frente a él era uno de los pocos que había visto la parte medianamente flexible de Blake, eran muchos los años de, se podría decir, 'amistad' y sobre todo la confianza que tenían entre ambos como para saber que tenían la lealtad del otro, sin contar que se conocían desde que eran unos niñatos y se habían visto crecer como persona y en sus negocios el uno al otro.

Daniel chasqueó la lengua para luego formar una sonrisa divertida.

—Por eso mismo es que eres bienvenido cuando quieras— rió Daniel —Vamos, entra, tengo un club que dirigir antes de estar aquí afuera haciendo vida social contigo.

Blake siguió los pasos del dueño de Luxury Club, quién le abría paso entre los empleados y la clientela, a pesar de que nadie podía ni se atrevía siquiera rozar al gran Alexander Blake, no estarían a la altura para intentarlo alguna vez en la vida. Daniel lo guió hasta un sector reservado para clientes de rango alto, hasta la música que sonaba ahí dentro era diferente al resto del lugar. Blake tomó asiento en el sillón negro acolchado que le había indicado Daniel, y este último lo hizo en el sillón del otro lado de la mesa frente al pelinegro.

Una mujer se acercó de inmediato hacia los hombres recién llegados, vestía unas medias negras, ropa interior de dos piezas de encaje que no dejaban mucho a la imaginación y unos tacones negros altos, ofreciendo su servicio preguntando qué les apetecía beber, de paso devorando con la mirada al pelinegro sentado a su derecha, quien siquiera se molestaba en mirarla.

—¿Tú qué quieres, Alexander?— preguntó Deniel a su invitado inesperado —Whisky en las rocas ¿quizás?

Blake se limitó a negar con la cabeza —La verdad es que he venido por un asunto puntual— comentó endureciendo su rostro serio —Y sabes que prefiero evitar el usar mi nombre de pila, gracias.

Daniel le hizo un gesto en señal de que debía retirarse a la mujer que intentaba mostrar sus atributos lo más posible al magnate sin conseguir mucho.

—Entonces...¿Cuál es ese asunto puntual?— preguntó Daniel cruzándose de brazos a medida que se dejaba caer contra el respaldo del sillón.

—Me informaron que hoy tendrías una nueva bailarina en la zona— dijo sin apartar la mirada de los ojos contrarios.

—¿Una nueva bailarina?— el azabache arrugó la nariz confuso, él no había contratado a nadie durante este mes y mucho menos había cambiado a las bailarinas que tenía asignadas para cada noche en ese lugar —No sé de qué hablas, no hay nadie nueva en este lugar.

—No me mientas— soltó Blake frustrado apoyando su puño contra el material de la mesa.

Daniel dio un sobresalto en su lugar —Hombre, te estoy diciendo la verdad. Hasta puedo mostrarte los papeles de quienes trabajan aquí.

White AngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora