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Ella era tan inestable, siempre que podía, siempre que lloraba, siempre que sufría, miraba sus uñas, las veía como un arma homicida, aunque no lo fueran... 

Y estas se encontraban rotas, sucias, destrozadas igual que ella, porque la niña tenía el corazón arañado y las muñecas igual.

Le parecía curioso ver la hilera rojiza que bajaba por pequeños bultos horizontales que se formaban cuando se cortaba de manera salvaje.

Le recordaba a unos dedos tocando a las cuerdas torcidas de una guitarra que lloraba baladas insípidas justo antes de dormir y nada más que dormir.

Frases LindasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora