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Edad 4 años:

Hisashi Midoriya es un padre que a pesar de estar ocupado con su trabajo y pasar poco tiempo en casa, adoraba a su familia. Su amada , la luz de sus ojos y amor de su vida. Y la personita más importante de su corazón (obviamente su esposa Inko lo era, pero su rollito de canela también) su bonito y bello hijo, su dulce bebé y la razón por la cual él, alfa líder de una de las mejores empresas de vehículos de Japón, hacia berrinches y lloraba al salir de viaje, su precioso ángel de luz, Izuku.

Aún recordaba con claridad el mejor día de su vida, cuando su bella esposa se puso de parto. Él acababa de llegar de un pequeño viaje de negocios, y nada más enterarse partió a toda prisa hacía el hospital. Recuerda las largas horas de espera, su angustia ante las nulas noticias sobre su esposa e hijo. La preocupación, el miedo,angustia, y un millón de sentimientos más azotaban su cuerpo. Y daba gracias que Mitsuki, mejor amiga de su esposa, junto con su marido Masaru estaban ahí para ayudar a calmarle. Recuerda también que después de la angustia y cuando por fin pudo pasar a conocer asu preciado hijo, Hisashi sintió que se había vuelto a enamorar.

Su hijo, esa masita tan pequeña y sonrosada, con poquito pelo oscuro(en aquel momento) y que aun no había abierto sus ojos, le robo totalmente el corazón. Ese día cuando sostuvo a su pequeña luz y le escucho llorar, él también había soltado unas cuantas lagrimas, besado a su esposa y contemplado a su hijo una y otra vez repasando sus tiernas facciones. Y es que desde el momento en el que vio a ese bultito y a su hermosa esposa, a quien amaba y agradecía tremendo regalo, él no pudo ser más feliz. Tan así, que sintió realmente que amaba aún más a Inko. Cuando su ángel mostró sus ojitos verdes, y conecto miradas con él, Hisashi supo que definitivamente la vida acababa de bendecirle.



Y ahora, mientras veía a su adoración dormir tan plácidamente la siesta, con sus regordetas mejillas, su respiración pausada y su carita angelical tan serena... Definitivamente era una imagen perfecta, única y digna de enmarcar. Sí, toda una belleza, interrumpida por ese mocoso de cabello rubio ceniza, quien no solo tenía el descaro de acaparar a su dulce angelito, sino que encima, se le había pegado como lapa al momento de dormir... Sí, el hijo de Mitsuki y Masaru Bakugou, Katsuki Bakugou; o como el le llamaba (mentalmente, claro) el pequeño demonio explosivo de ojos rojos.

Y que no le malentiendan, el era muy amigo de Mitsuki y Masaru,sobretodo de este último, ya que gracias a el conoció a su preciosa y dulce esposa. No, tampoco es que le tuviera odio al niño, nada que ver. Quizá si le tenia un poco (mucha) manía, pero vamos, debían entenderle, claro que sí. ¡El mocoso se la pasaba pegado a su adorado angelito! No es como que le disgustara que su dulce niño tuviera amigos, el aprobaba eso, siempre y cuando los pequeños trogloditas entendieran que no debían acaparar demasiado a su nene, y que mantuvieran una distancia de medio metro. Y quizá alguien creyera que estaba siendo paranoico, pero no. Por supuesto que no. Su dulce bebé no solamente era una ternura, también era un pequeño omega con un olorcito tan dulce y era tan precioso y amable, que él simplemente no podía seguir fingiendo que no veía a esos mocosos olisquear el aire como pequeños chuchos. Y él, como alfa y cabecilla de la familia, líder y el que manda (cuando Inko le deja,claro) era quien debía cuidar a su bebito de esas bestias en potencia. Su angelito no tendría que desperdiciar su tiempo con esas cosas.

Así que ahí estaba Hisashi, cámara en mano, intentando tomar fotos de su adoración sin que el rubio gritón estuviera de por medio, pero el maldito crio no se la dejaba fácil.

Al principio estaba todo en orden, ambos dormían a una distancia prudente, que previamente había marcado Hisashi para que durmieran (y por la cual Inko le dedico una mirada gélida y una sonrisita aterradora...) Pero aun así el no se iba a dejar intimidar, la seguridad de su bebé era primordial. Y, todo iba bien, hasta que se descuido unos segundo (segundos en los que fue a buscar la cámara profesional de fotos que había comprado exclusivamente para retratar los mejores ángulos de su pequeño brocolito) y cuando volvió lo vio.

¡El horror! ¡La tragedia en persona! ¡El maldito gremlin rubio había osado no solo acostarse al lado de su bebé, sino que le estaba abrazando! Y para empeorarlo, su dulce niño se había acurrucado asu lado...



Inko observaba todo desde el marco de la puerta. Su amado (y sobreprotector) esposo, con cámara en mano, miraba de forma nada amigable al mejor amigo de su hijo. Una sonrisa se asomo en sus labios. Hisashi se había vuelto aún más sobre protector cuando le confirmaron que su pequeño hijo era omega. Y ella disfrutaba de ver las escenas que montaba, sobretodo con el hijo de su amiga, quién poca intimidación sentía hacia las miradas que Hisashi le dedicaba cada vez que estaba cerca de su niño, a diferencia de los demás infantes a los que se dedicaba a intimidar cuando les veía muy cerca de su retoño, por mucho que intentara disimular y negarlo, a ella no la engañaba.

Sin dudas, ella tendría mucha diversión en cuanto a los celos de su esposo con su cachorro. Mientras, por ahora intentaría que dejara de maldecir al hijo de su amiga con la mirada, y quizá le arrastraría a la habitación donde intentaría calmarle con unos pocos besos.

Aun así le fue inevitable soltar una suave risa, su hijo deberá tener mucha paciencia. Ella presentía que se avecinaban tiempos difíciles y algo cómicos para su pequeño hijo.



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