CAPÍTULO 2

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—¿Has hablado con tu familia? —preguntó Sunakawa una vez ella se tranquilizó.

—No tengo una familia con quien hablar —respondió la chica—, mis padres murieron en un accidente cuando era niña, me he quedado en la casa del hermano de mi padre desde entonces, pero ha sido difícil cada día. El día que vine al campus a vivir, tanto ellos como yo, sentimos que fuimos libres al fin; mis problemas no les interesaron antes, no creo que lo hagan ahora.

Sunakawa Makoto no dijo nada, aún no sabía bien lo que le competía hablar o preguntar, así que solo se compadeció de lo dolida que se escuchaba la chica que, desde la cama de la enfermería, suspiraba con agotamiento.

—¿La escuela te resolvió algo? —preguntó el rubio—, supe que apelabas porque te permitieran continuar.

—Ellos lo resolvieron de manera favorable para su reputación —respondió Eri volviendo a fruncir el rostro, terminando en morderse los labios—, fui dada de baja hace unos minutos, y debo dejar el dormitorio en el trascurso de la semana... Dios.

Su última palabra fue un susurro que terminó con la chica temblando de nuevo, llorando de nuevo, desesperanzada y atemorizada, de nuevo.

Su futuro pintaba para ir mal, así que no podía dejar de llorar.

—¿Quieres quedarte en mi casa? —preguntó Sunakawa de pronto, provocando que el llanto de la castaña desapareciera momentáneamente y le mirara llena de expectación. Esa era una proposición que en serio necesitaba—. Por ahora, vamos, decidamos qué hacer luego de que te sientas más tranquila. La enfermera dijo que debes estar tranquila si no quieres complicaciones.

Eri volvió a llorar, pero ya no desesperada, un poco aliviada de haber conseguido un techo, y agradecida por el apoyo de ese chico que no se había esperado volver a ver jamás.

Aquella vez, en su viaje de graduación, quiso hacer algo que rompiera su etapa de buena niña, porque había sido la mejor niña del mundo mientras vivió con sus tíos, todo para no causarles ninguna molestia, a pesar de que, al parecer, era su sola presencia lo que les molestaba.

Esa vez conoció a un tipo serio, y lindo, así que lo invitó a algo de una vez, algo de lo que no tendrían que arrepentirse, pues luego no se volverían a ver, sería como si no hubiese pasado jamás, como un sueño a olvidar.

Pero, para Eri, ese sueño se volvió una pesadilla que trascendió a la realidad, así que no podía olvidarlo, y agradecía al cielo que ese chico tampoco lo hubiera olvidado, ahora tendría un apoyo que agradecería siempre, pues seguro le daría el impulso para seguir luego de ganar fuerzas.

» Vamos por tus cosas —pidió Makoto extendiendo una mano hacia la chica que a penas sí sonreía.

Eri tomó esa mano que se extendía para ella y, tras levantarse, se limpió el rostro con su mano libre, pues el rubio no la soltó.

De la mano caminaron hasta los dormitorios, donde ella guardó su ropa y pertenencias personales en un par de bolsos y una maleta de ruedas.

Salieron de los dormitorios aún tomados de la mano, Eri rodando la maleta y Makoto con ambos bolsos colgando de sus hombros y la chica aferrada a uno de sus brazos.


* *


Llegaron a un departamento familiar, lo que le provocó dolor de estómago a la chica, pero decidió no concluir nada, y esperar que en realidad él no viviera con sus padres, cosa que le tocó descartar en cuanto una mujer mayor le diera la bienvenida al rubio y le mirara extrañada.

—Vamos, necesitas descansar —dijo el chico tras presentar a la castaña con su madre, y la arrastró hasta una habitación donde dejaron las maletas y él le invitó a recostarse—, esto será temporal, hablaré con mis padres, así que no te preocupes por nada.

Pero, ante tal absurda petición, la chica sintió que el dolor de estómago que le había acompañado desde que se supo embarazada, se intensificaba de nuevo, a pesar de que hacía poco había comenzado a disminuir.

Igual le tocó resignarse, no es como si pudiera salir corriendo a ningún lado, no tenía a nadie más, no podía negarse a esa ayuda que le ofrecían, no se iría a menos que la echaran, y deseaba con todo su corazón que eso no ocurriera.

Izumi Eri se recostó en la cama, a pesar de toda su incomodidad pero, sintiéndose un poco segura, al fin pudo quedarse dormida y descansar.


* *


—¿Qué pasó? —preguntó la señora Sunakawa—, ¿quién es ella y por qué estaba llorando?

Makoto respiró profundo, esa situación era una que definitivamente no había vislumbrado jamás, así que no tenía idea de cómo hacerlo o lo que obtendría a cambio.

Pero, pensando en que sería demasiado sorpresivo, invitó a su madre a sentarse para poder explicarle todo.

—Ella es mi novia —mintió—, y acaba de quedarse sin lugar donde vivir porque, como está embarazada, la universidad le dio de baja.

Una sorpresa tras otra, por eso la madre del rubio no pudo decir absolutamente nada. Para empezar, ni siquiera sabía que su hijo tenía una novia, así que ya desde el inicio la confusión le golpeó fuerte..., eso sin contar el embarazo.

—¿Embarazaste a tu novia? —cuestionó la mujer un poco alterada, al fin—..., espera, dijiste que no tiene donde quedarse, ¿cierto? ¿Y su familia?

—Su familia soy yo y nuestro bebé, aunque podrían ser ustedes también, si quieren.

Una carta bien jugada, o eso fue lo que pensó la mujer; pero, aunque hubiese sido tan listo como para apelar a su corazón, ella no lo dejaría salirse con la suya. Quería una mejor respuesta, por eso le miró enarcando una ceja y frunciendo los labios.

Makoto suspiró.

» Sus padres murieron cuando ella era pequeña, en un accidente —continuó hablando el chico, explicando lo poco que sabía—, ha vivido con la familia de un hermano de su padre hasta ahora que entró a la universidad, pero no tenían una buena relación, así que no puede volver con ellos.

La madre del rubio suspiró cerrando los ojos, entonces volvió a hablar.

—¿Tienes idea lo difícil que será todo, de ahora en adelante, para ustedes? —cuestionó la mujer.

—No del todo —respondió el chico—, pero si el que ella debiera abandonar sus estudios y yo tenga que pedirles apoyo en semejante situación es solo el inicio, creo que se va a poner demasiado difícil.

—¿Qué planean hacer?

—No lo hemos hablado, hemos estado demasiado ocupados resolviendo lo que se va presentando como para sentarnos a pensar las cosas con claridad e idear un plan.

—¿Tendrán al bebé?

—Si no fuera el caso, ella no habría dado a conocer su estado en la facultad, ni yo la habría traído aquí y te hubiera contado todo. Pero, supongo que esto será temporal, voy a buscar un lugar para nosotros, aunque debo primero buscar un empleo que... y la universidad... Dios, creo que esto será demasiado difícil.

La mujer asintió, pero, si su ya nada pequeño bebé había ido a refugiarse con ellos, definitivamente no le dejarían solo, ni a su nueva hija y, mucho menos, a su primer nieto. 


Continúa...

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