Capítulo 3

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Disclaimer: los personajes de esta historia pertenecen a Masashi Kishimoto. Obra inspirada a fin de entretener y sin fines lucrativos.

"....." pensamientos
-.....- diálogos
●●●● cambio de escena

La relación e interacción entre ambos era cada vez mejor. Hinata poco a poco se iba abriendo a los demás, pero sólo era totalmente ella cuando se encontraba a solas con el joven Neji. Solía acompañarlo cuando no trabajaba en la tierra y ayudaba a las demás mujeres en lo que sea que necesitaran.

Hanna le había enseñado con una paciencia increíble aquel oficio del que estaba tan orgullosa. Aunque por su parte Neji le enseñaba a leer, escribir y manejar la espada, además de saber estar. Sabía que si alguien se enteraba tendrían problemas, Hiashi era muy estricto con la chica, pero se arriesgaba sólo para verla sonreír. Pasaba tiempo con la intrépida Hanabi también, limitándose a hacerle compañía y reír por sus divertidas ocurrencias.

En el último año la tierra del arroz se veía radiante, fértil y viva. La prosperidad había arropado a todos sus habitantes como un manto de paz y tranquilidad. Sus trabajos daban frutos finalmente, o eso creían ellos. La verdad era que todo se debía a la joven misteriosa que había llegado a sus vidas. Todos la iban apreciando poco a poco, ella se había encargado de ganarse el amor y cariño de todos con su amabilidad y buen corazón. Siendo Neji el más cercano de todos para ella.

Aún recordaba la vez que Neji la había llevado al deteriorado campo de girasoles, le había dicho que eran sus flores favoritas y que por eso se empeñaba en hacerlas crecer. Había sido en verano del año pasado, cuando los primeros girasoles florecieron deslumbrando a ambos con su belleza. Si crecían lo suficiente y en gran cantidad podrían añadirlo a los productos que vendían en los demás pueblos.

Al ver las bellas flores Neji había bautizado ese día como el día de su cumpleaños. Sentía que era lo mejor, la chica no recordaba nada sobre su pasado, por tanto había tomado la decisión de poner él mismo fecha para su natalicio y edad. Dieciocho años había decidido que Hinata tendría, y su cumpleaños sería celebrado a principios de junio. Con una gran ceremonia en medio de los campos de flores, como solían hacer con los demás habitantes.

Se encontraba justo frente a esas hermosas flores que habían revestido toda la llanura, otorgando una agradable vista. Al pensar el Neji recordó que debía velar por su sueño.

Hace días el joven había caído enfermo, según Hanna era el mal del frío. Consistía es seres que entraban en ti, afectando tu garganta, nariz y pulmones. Salía una sustancia acuosa con cada estornudo o tos que se manifestaba en el chico. Así como también su temperatura solía subir de manera considerable.

Tomó la bella flor y con una sonrisa se dirigió hacia él, quería estar ahí cuando despertara y el joven se sintiera mejor. Extrañaba pasar tiempo con él. Cada vez más, sentía que ese era su hogar, el lugar al cual pertenecía.

Llegó a los humildes aposentos y vio al esbelto chico sudar. Dejó el girasol en el tarro de barro que estaba cerca del colchón. Tomó las toallas húmedas que estaban dispuestas para poder pasarlas por su frente. Cuando se hubo calmado, secó el resto de agua y acarició su mejilla. Le tenía un gran aprecio a ese hombre, al igual que él a ella.

Observando su rostro y respiración acompasada, se dejó llevar por el sueño. Cayendo en un mundo de fantasías donde podía ser feliz con el chico a su lado.

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Los demás pueblos habían experimentado diversos cambios a lo largo de ese tiempo. En la desértica tierra de la arena con apenas veintiún años Gaara había asumido la responsabilidad de gobernar en lugar de su padre, este había querido retirarse para aprovechar el tiempo con su madre.

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