Han transcurrido 10 años desde que la generación de Akko evitó una catástrofe.
Pero la vida sigue; con o sin nosotros.
Ahora deberá afrontar y superar un nuevo reto.
Afortunadamente no estará sola.
Basado en los personajes de estudio Trigger y Yo Yo...
Narradora-. El ocaso estaba a punto de apagarse, pero el rojizo resplandor de aquel bello sol aún se negaba extinguirse.
El frío de la noche llegaría una vez más sobre los acantilados galeses. Solo detrás de la profunda y atemorizante penumbra, estaría el perpetuó sonido de las olas golpeando con fuerza la roca del relieve.
Bajo esas condiciones, similares a las de un brutal desierto nocturno; cualquier persona solo se refugiaría dentro de los límites de una tienda de campaña, no solo para protegerse de las inclemencias del tiempo; sino de los implacables terrores de la noche.
Porque las gélidas noches en un lugar abierto, exento de otra presencia humana cercana; no diferían mucho de un corazón solitario, que se enfrenta a sus demonios.
"En silencio y a oscuras, sin nadie más que sí mismo."
Esta reflexión asaltaba a la solitaria chica que ahora permanecía contemplando al debilitado sol, casi siempre a la misma hora.
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Se había vuelto monótono; pero no manejable.
Su tímida fogata bailaba de manera brusca con el soplo del viento. Al menos la pequeña olla de metal se había calentado lo suficiente para preparar una taza de té de flores silvestres y yerbas secas.
Las rachas de viento arreciaron. Pero la joven luchaba por seguir firme al igual que la flama de su fogata, mientras miraba a la única compañía que le quedaba. Ya que en poco tiempo tendría que esperar muchas horas, para volverle a ver iluminando en lo alto.
Cuando el tiempo llegó y los cielos oscurecieron. La marchita joven supo que ya era hora de entrar a su modesto refugio.
Si. Resultaba aterrador estar en medio de aquel sitio rodeado de una espesísima niebla, alumbrándose con nada más que con un simple quinqué y resistiendo las poderosas ráfagas de viento con solo una lona.
Al menos su pequeña tienda de campaña soportaría gracias a los refuerzos de madera que instaló por dentro y fuera. Era hora de beber aquel improvisado té y de comer de aquella hogaza de pan que ya tenía tres días.
Ella trató de no pensar en nada, de mantener la mente tan apagada para evitar problemas. Precisamente su último desvarío lo tuvo hace tres días.
Pero, innegable e inevitablemente las voces y los pensamientos no podían sencillamente apartarse o lanzarse lejos en tan desesperantes condiciones.
El pan parecía ser una piedra y el té resultó ser muy amargo. ¿Pero que más podía hacer?
"¿Quejarse de su mala fortuna y situación cuando ella misma se lo buscó?"
