XXXIV. Intruso.

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Espero que esto os distraiga un poco de todo 

 que esta pasando en el mundo.

Sin duda es un año que está marcando de muchas maneras.

Fuerza 🤝🏼❤




De acuerdo, vamos a repasar los hechos.

Estaba sentada en el asiento copiloto del coche de Jack mientras nos dirigíamos a casa.

Diez minutos antes estábamos despidiéndonos de la gente de aquella fiesta.

Quince minutos antes... me había besado.

O yo le había besado.

En realidad, los dos nos habíamos besado de tal manera que aun podía sentir mis labios ardiendo.

¿Cuántas veces me había repetido que lo del aparcamiento había sido un lapsus? No era tan idiota como para no entender y llegar a admitir que me sentía atraída por Jack, más de lo que podría haber esperado nunca, sin embargo, me había repetido a mi misma miles de veces que aquel beso en el aparcamiento había sido un error producto de una mala mezcla de alcohol, furia y hormonas. Entonces, ¿por qué? ¿por qué lo había hecho de nuevo? Quise golpearme la cabeza contra el cristal de la ventana. Aquello no estaba bien, lo último que necesita era un enredo como aquel. Además, ¿cuantas veces tenía que recordarme que seguía siendo el mismo psicópata que me derribó la puerta? Sí, no puedes elegir bien quien te atrae, pero lo mínimo es que puedas resistir y dejar de hacer el idiota como lo estaba haciendo.

Reprimí un quejido. En mi mente solo podía pensar en lo que bien que me quedaba la palabra estúpida en aquel momento y en cuanto tiempo tardaríamos en llegar para poder correr hasta casa y quedarme en un rincón pretendiendo que nada de aquello había ocurrido.

A quien pretendía engañar, podía ignorar un beso, pero dos...

Y vaya dos.

No lo podía negar, todo lo que había sentido hace menos de una hora aún me tenía completamente descolocada. Casi era como si todavía pudiera sentir el tacto de su manos sobre mí. Y el beso... solo con recordar la sensación de sus labios un familiar calor me recorría por completo.

Miré a Jack de reojo. No quitaba la vista de la carretera mientras sus manos se aferraban al volante. No había dicho ni una sola palabra en todo el camino. Me moví nerviosa sobre mi asiento. ¿En qué estaría pensando? ¿Se estaría arrepintiendo del beso? A lo mejor no le había gustado. Espera, eso estaría bien... ¿o no? ¿Tenía que preocuparme lo que pensara? No me afectaba, no lo hacía.

¿Segura?

Pegué la frente una vez mas a la ventana del auto para ver si el frío del cristal contra mi piel despejaba de una vez por todas mi cabeza.

¿Por qué demonios se ha complicado tanto? Yo solo quería vivir tranquila en mi piso nuevo.

.

.

No iba a mentir, era de las que siempre decía que huir nunca era la solución. Pero siendo realista aquella regla era bastante difícil de aplicar en el caso de que te hubieras besado dos veces con tu vecino psicópata y lo último que necesitaras en tu vida fuera más enredos. Así que en cuanto Jack detuvo el coche no me lo pensé, abrí de una vez la puerta y corrí como alma que lleva el diablo hasta mi apartamento.

Devastadora tormenta. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora