Día 2 | Un deseo de Tanabata

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Aclaración: Está en el universo canon y la clase A ya está en tercero.

¡Disfruten la lectura!

Para Shouto, la historia de Orihime y Hikoboshi se reducía a otra de las muchas tradiciones irrelevantes que estaba obligado a cumplir todos los años

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Para Shouto, la historia de Orihime y Hikoboshi se reducía a otra de las muchas tradiciones irrelevantes que estaba obligado a cumplir todos los años.

Anotar su deseo en la tira de papel, colgarla en el bambú que se reduciría a cenizas luego de la medianoche... no había nada novedoso en ese proceso si se repetía todos los años, especialmente cuando había dejado de esperar que sus deseos se hicieran realidad.

Pero no podía negar que incluso alguien como él fue capaz de esperarla con ansias en una época de su vida —cuando niño, para ser específico; antes de que su día a día consistiera en entrenar hasta desmayarse, esperar a la noche para llorar en paz y extrañar dolorosamente a su madre. Y dado que su último Tanabata feliz ocurrió cuando tenía cuatro años... bueno, ¿qué recuerdos tan emocionantes podía albergar en su memoria? Shouto ni siquiera era capaz de escribir un deseo sin la ayuda de Fuyumi en ese entonces.

Procuró hacerse con una tira de color blanco en ese primer Tanabata que no necesitó ayuda para escribir. Cosa que repitió al año siguiente, y al que vino después de ese —siempre el mismo color y las mismas palabras para colgar en el bambú, siendo la transformación progresiva de su caligrafía infantil el único cambio real en esa tradición.

Aunque se rindió no muchos años después. Porque ¿para qué desear con tanto fervor algo que, después de tanto tiempo, seguía sin querer cumplirse? Era contraproducente; solo servía para mantener las esperanzas infantiles que eventualmente dejarían de tener importancia.

Y aunque su percepción del Tanabata como una tradición irrelevante cambió gracias a la influencia de Midoriya —porque sin importar de qué se tratara, siempre era Midoriya quien estaba ahí para hacerle ver la vida con colores más brillantes—, solo sirvió para ver el festival como una oportunidad más para compartir con su clase. Su corazón estaba demasiado escéptico para desear con fervor ora vez.

—Pero no pienso que los deseos sean la parte más importante del Tanabata —le había dicho Midoriya ese primer siete de julio como alumnos de la U.A. Tenía su muñeca apresada con firmeza, determinado a no dejarlo ir luego de que Shouto le comentara por qué prefería irse a la cama temprano esa noche.

Sin querer, sus ojos se desviaron hacia la mano que se negaba a aflojar la prisión en su muñeca.

Y su pecho se llenó de una presión incómoda cuando sus ojos hicieron contacto con la cicatriz en relieve que le cruzaba el dorso.

Pero más que eso, el problema fue que no pudo comprender el sentido de sus palabras. Las familias, sin importar los agrietadas e imperfectas que fueran, solían juntarse cada siete de julio para colgar sus deseos en el bambú; y cada uno volvía a sus asuntos después de deshacerlo con las llamas. ¿No era esa la dinámica del Tanabata?

TodoDeku Week 2020 | (BNHA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora