Amarte en secreto ||Luzuplay|| ||TERMINADA||

Capítulo 47

- Cuerpo -

Narradora:

Después de dos semanas de que el youtuber estuviera desaparecido, Borja salió a buscarlo, estaba algo preocupado. Había salido en las noticias, a Alex lo habían dado ya por muerto.

No sabía por dónde empezar a buscar, fue a su casa, a la cafetería en la que iba todas las mañanas, preguntó por él a la dueña de ese local pero le dijo que llevaba mucho sin estar ahí, y por último, fue al bosque, ese bosque en el que Raúl se le había declarado y Borja le había rechazado.

Cogió prestado el coche de Vegetta y lo fue a buscar, ese día estaba despejado, no parecía que iba a llover, y no hacía viento, condujo hacia el bosque, y una vez allí, se adentró dentro, los árboles que habían eran muy altos, y sin la niebla no daba tanto miedo estar ahí, solo.

No contó el tiempo que llevaba caminando, iba gritando el nombre de Raúl, para ver si aparecía.

— ¡Raúl, Raúl! ¿Estás ahí? — Volvió a preguntar, nuevamente no obtuvo una respuesta.

Siguió caminando y formulando esa pregunta una y otra vez, pero nadie le respondió.

Paró de caminar cuando estuvo frente a un lago, el agua era sucia y parecía que los árboles le hablaban y le decían lo mismo que a Raúl. “mátate”

Borja no escuchaba nada, empezó a hacer viento y se acercó más al lago.
No parecía haber muchos animales en ese bosque, y es que nada más entras en ese bosque, se te quitan las ganas de vivir por lo deprimente que es, los árboles parece que tienen una cara de espanto, otros de tristeza, y muy pocos sonreían.

Borja sacó su móvil para investigar sobre ese bosque, y lo que había descubierto le dejó los pelos de punta.

— Aquí llevaban los asesinos a sus víctimas, los mataban aquí, los descuartizaban y tiraban las partes de su cuerpo a este lago, y la cabeza la metían dentro de un agujero de alguno de estos árboles... — Dijo para sí mismo. — Qué horror...— Dijo, para después seguir investigando sobre el bosque.— También habían personas que se suicidaban aquí, la mayoría se colgaba de un árbol y moría ahí colgado, pero dependiendo del peso de la persona, aveces se caía la rama en la que la persona se había colgado y caía al lago, y otras optaban por morir ahogadas, hay gente que dice que las caras de los árboles son de las personas que murieron aquí, vaya estupidez.— Decía guardando su móvil.— ¡Raúl, Raúl! ¿Dónde estás? ¿Éstas aquí? ¡No tiene gracia, vamos vuelve a casa!

No hubo respuesta.

— Mira Raúl, sé que estás aquí, así que sal ahora mismo de donde quiera que estés. — No hubo respuesta, sólo silencio absoluto.— ¿Con que esas tenemos eh? Entiendo que estés enfadado conmigo, es entendible, pero tampoco es para ponerse así. — Dijo otra vez con la esperanza de ser escuchado, pero nuevamente no hubo respuesta.— Mira, voy a entrar dentro de ese lago, ¿sí? Exacto, en éste que tengo en frente, y cuando entre, quiero que salgas, no creo que seas tan estúpido como para haberte matado...— Dijo Borja, quitándose su chaqueta, su cartera, su móvil etc. Para después meterse dentro, y el agua estaba increíblemente fría, y el lago era muy profundo. — ¡Raúl, sal ya! — Dijo tiritando de frío.

Pero Raúl no salió.

— ¡Me estoy cansando! ¡Sal ya!— Dice nuevamente.— ¡Listo, me salgo!— Pero cuando intentó salir, sintió que pisaba algo que no era la tierra del lago, rezó para que fuera uno de esos cuerpos muertos, algún esqueleto o alguna parte del cuerpo, como una mano, un pie etc.
No movió ni un músculo, pero se agachó y cogió lo que había pisado, ni él mismo se lo creyó. Era el cuerpo de Raúl.

Lo arrastró hasta la orilla y cogió sus cosas.

— No me jodas, no me jodas, no me jodas, no me jodas, no me jodas...— Se repetía una y otra vez.— ¡Raúl despierta!
¡Esto no tiene gracia! ¡Me cago en la puta!

La piel de Raúl estaba pálida y a la vez era de un color azul y morado muy leve.

— Joder, joder, joder... ¡JODER! ¡Todo por mi culpa! — Gritó.

— ¿Hay alguien ahí? — Dijo un hombre bastante mayor, de unos 55-60 años, estaba al otro lado del lago.

— ¡Ayuda, por favor!— Pidió Borja, el hombre rodeó el lago y se acercó a él.

— ¿Pasa algo, joven?— Dijo tranquilo, sin perder los nervios, parecía que no había visto el cuerpo de Raúl.

— ¡¿No lo ve?! ¡Es Raúl! ¡Mi amigo! ¡Su cuerpo esta aquí!— Dijo señalándolo.

— No veo nada, ¿Está bien? ¿Quiere pasar a mi casa? Parece alterado.

— ¿¡Cómo no voy a estarlo!? ¡El cuerpo de mi amigo está delante mío y de usted, y usted no parece sorprendido o preocupado!— Gritaba.

— Joven, aquí no hay ningún cuerpo más, antes puede que sí hubiera alguno, pero ya no, yo personalmente me encargué de limpiar todo.— Respondió el hombre, calmado.

— ¿De verdad no ve nada? ¿No ve al hombre que tengo en mis brazos?— Dijo Borja, sosteniendo el cuerpo de Raúl.

— No, joven.

“A lo mejor es ciego” Pensó Borja.

— ¿Me ve usted a mí? ¿Sabe dónde estamos?

— Por supuesto.

— Pero, esto no tiene sentido...— Dijo Borja levantándose del suelo, junto con el cuerpo de Raúl.

— ¿Joven?

— Debo irme.— Y así fue, Borja cogió a Raúl y fue hacia el coche, lo puso en el asiento de atrás tumbado y fue a casa de Vegetta.

Una vez llegó, cogió el cuerpo de Raúl en sus brazos y cerró el coche, entrando dentro de la casa de Samuel.

— ¡Samuel! ¡Samuel!— Dijo gritando el nombre de su amigo.

— ¿Qué pasa?— Dijo él, estaba sentando en la mesa junto con su pareja, Willy.

— ¿Pero... vosotros dos no estabais... enfadados?— Preguntó Borja dudoso.

— ¿Nosotros? ¿Enfadados?— Dijo Willy.— ¿Por qué?

— ¡Porque Vegetta te puso los cuernos con Rubius! ¡Pero antes tú se los pusiste a él con Alex!— Dijo gritando, pero ambos se rieron de él.

— Jajaja, ¡Vaya imaginación! Ni idea de quién es Alex.— Dice Vegetta.

— Y Rubius está con Mangel, pero Vegetta no tiene ningún tipo de contacto con ninguno de los dos.— Dijo Willy riendo.— ¿Y a qué viene tanto grito?

— ¡Es Raúl! ¡Está muerto! ¿No veis el cuerpo?— Volvió a preguntar acercándose a ellos todavía sosteniendo el cuerpo de Raúl.

— ¿Qué cuerpo qué dices?— Dice Vegetta.

— ¡El cuerpo! ¡Raúl!

— Es la primera vez que oímos que alguien se llama así, no sabemos quién es, y no vemos nada.— Dice Vegetta.

— Pero eso es imposible...

Creo que ya sabéis por donde van los tiros.