El elefante Quequi 1: Amigos por siempre

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Un día un bello elefante salió a tomar agua y se topó con Clara, que le dijo—: oye, elefante, el rey de los elefantes y su reina tuvieron un nuevo hijo, dijo la mona Clara.
—Gracias por el mensaje, iré a verlo —contestó el elefante Bonie. Entonces, el elefante llegó y vio que había muchos animales.
Él vio al elefante y exclamó—: es hermoso.
—Muchas gracias —dijo su madre la reina.
—¿Cómo será su nombre? —preguntó el elefante Bonie.
—No sabemos aún —contestó la reina.
—Sí, sí lo sabemos —dijo el rey.
La reina y el rey platicaron en silencio y se pusieron de acuerdo para ver cómo le iban a poner.
Entonces, dijo la reina elefante a todos los animales—: nuestro hijo se va a llamar Quequi.
Todo el mundo gritó—: pero ese es un nombre horrible.
Entonces dijo la reina—: pero a nosotros nos gusta, y nadie le va a cambiar el nombre, se llama Quequi y así va a ser. Por ahora, creo que ya todos se pueden ir.
—Señora reina, a mi me gusta ese nombre y me parece que es muy bonito —le dijo el elefante Quequi de cinco años.
—Solo lo dices para contentarme, Bonie, —le dijo la reina.
—No, en serio, lo juro, me gusta el nombre de Quequi, reina, yo me llamo Bonie porque así me puso una pareja de elefantes ya que yo soy huérfano. Y por tener ese nombre de mí se rieron todos los animales ya que era un nombre muy patético y feo, pero vea reina, ya se olvidaron de eso. Si se acostumbraron conmigo que no soy príncipe, imagínese dentro de dos meses ya se les olvidó —le dijo Bonie.
—Me caes bien, gracias por esas palabras tan hermosas, —dijo la reina.
El rey dijo—: desde ahora yo te declaro amigo de Quequi.
—Muchas gracias, señor rey, —le respondió Bonie
Y desde ese día Bonie se convirtió en el amigo de Quequi.
Un día un elefante malo que estaba detrás de unos árboles oyó que dijo el rey—: yo daría lo que fuera por tener a mi lado a mi príncipe Quequi.
Entonces el elefante malo dijo: !Ah!, lo que fuera, vamos a ver si va a hacer esto, solo espera la noche y verás, ja, ja, ja, lo que te espera querido rey lo que te espera, ja, ja, ja, ja, ja, ja.
Por la noche, el rey y la reina estaban dormidos cuando el elefante malo vino y robó a Quequi. Por la mañana el rey elefante se levantó y escuchó a su esposa gritar desesperadamente, y él fue corriendo hacia ella.
—¿Que pasa?— le pregunto él.
La reina le contestó—: nuestro hijo no está.
—Pero qué pudo haberle pasado, por Dios santo, que terrible, se preguntó el rey.
Y de forma inmediata, la noticia de que el elefante Quequi estaba desaparecido se extendió por toda la selva. Cuando llegó a oídos de Bonie, él salió corriendo a buscar a Quequi, pero cuando iba corriendo tropezó y cayó en una cueva tenebrosa.
El elefante malo llamó al rey y le dijo—: dame la corona y te doy a tu hijo hoy a las tres de la tarde, en la fábrica de helados abandonada.
—Está bien, está bien, pero dame a mi hijo, ¿dónde puedo encontrarte?
El elefante malo dijo—: en la fábrica de helados abandonada en el último piso, en el baño grande, tras la cortina azul con peces. Ahí te espero. Ah, y se se pasan las tres, o llegas a las tres con un minuto, olvídate de volver a ver a tu lindo principito, ja, ja, ja, hasta pronto rey, espero que cumplas con lo que te dije al pie de la letra, y tras decir esto, el elefante malo cortó.
Mientras tanto, a Bonie se le antojó un helado y pensó que la fábrica de helados abandonada todavía tenía helados y entró.
En el primer piso no encontró ningún helado, entonces decidió ir al segundo piso, tampoco encontró nada, por lo que subió al tercer y último piso, y fue en ese momento cuando vio la cortina color azul con peces. Y tras correr la cortina vio a Quequi amarrado por una soga, entonces lo liberó.
Bonie dijo—: Quequi, que bueno que te encontré, pero Bonie lo interrumpió y no lo dejo terminar.
—No hay mucho tiempo, tenemos que escapar ya —le indicó Quequi.
Cuando estaban caminando por el tercer piso se encontraron con el elefante malo. Quequi agarró una silla y se la tiró y Bonie llegó a la puerta y el elefante malo agarró a Bonie.
Quequi dijo—: nadie toca a mi amigo. Y le tiró polvo al elefante malo, haciéndolo estornudar, y Bonie pudo liberarse del elefante malo.
Quequi gritó—: corre, Bonie. Y ellos corrieron y lograron escapar del elefante malo, ahora él ya sabía el nombre del príncipe.
—Juro que me vengaré de ti, Bonie, pronto me voy a vengar, ja, ja, ja —exclamó el elefante malo.
Mientras tanto Quequi y Bonie llegaron a casa, y encontraron al rey elefante que ya estaba empapando su corona.
Bonie dijo—: salvé a Quequi.
Y el rey y la reina dijeron, llenos de alegría—: ¡aleluya!, nuestro hijo volvió, esto hay que festejarlo.
Lo festejaron con una enorme fiesta en honor a Bonie.
Al día siguiente Bonie y Quequi salieron a jugar, pero nadie quería jugar con ellos, por lo que regresaron tristes a su casa.
Mientras tanto, el elefante malo de nombre Cros envenenó el río para que el rey elefante y la reina elefante bebieran. Al día siguiente la mamá y el papá de Bonie bebieron del agua del río y se murieron. Cuando Bonie llegó a su casa no encontró a sus padre por ninguna parte. Pero un elefante vio a Cros cuando estaba envenenando el río, y lo atraparon y lo condenaron a dos años en prisión. Estando encerrado, Cros dijo: cuando salga de aquí me voy a vengar del rey y la reina, y del príncipe Quequi, ja, ja, ja, ja.
Bonie lloró mucho cuando supo que sus padres murieron. En el entierro, él se iba a tirar de una Peña, y se tiró. Cuando iba cayendo un águila lo agarró y se lo llevó a su nido muy alto. Él se tiró del nido y cayó en la tumba de sus padres, y él lloró.
Entonces, lograron des envenenar el río. Bonie se juntó con la reina y desde ese día la reina fue como su madre y el rey elefante fue como su padre, o sea el rey y la reina y Quequi como su hermano, nadie nunca supo porque le pusieron Quequi a Quequi, y ya se acostumbraron a que se llame Quequi y desde ese día Quequi fue amigo se Bonie. Pero esta historia aún no ha terminado. En otra edición continuará.

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