Capitulo 1
Era una noche cálida de algún mes de verano. No recuerdo bien. El motor del coche sonaba insistente.
Parecía viejo y en poco tiempo, iría al desguace. El hombre miraba por el retrovisor de vez en cuando, pero ninguna de las dos quisimos darle importancia.
-¿Estás bien? – La voz de mi amiga salía y entraba por mis dos oídos.
-No, no lo estoy. – Contesté.
-No va a pasar nada. – Me tranquilizó.
Su suave mano rozó mi pierna.
-Te dije que no hacía falta que me acompañases. – Musitó.
-Annie, estoy aquí.
El rostro casi pálido de mi amiga sonrió. Sus hoyuelos se marcaron en su cara y las comisuras de sus ojos se arrugaron.
-Gracias. – Musitó en tono tranquilizante.
Mi respiración aún no cesaba. En ningún momento pensé que esto me fuese a poner tan nerviosa.
Y todo por culpa de peter, el hermano mellizo de Annie. Su mundo era paralelo al nuestro. Completamente opuesto, al menos ahora. Se movía con la gente de la zona más conflictiva de la ciudad y su vida solo se basaba en drogas, alcohol, peleas, carrerras y sexo.
-Será la última vez. – Añadió culpable Annie. – No pienso salvarle el culo ni una sola vez más.
La miré. La rabia se apoderaba de sus ojos perfectamente claros. Mi labio girado intentaba articular palabra que pudiese consolarla.
-Tu madre no querrá llevarse más sofocos, Annie. Además, yo te acompañaré siempre que lo necesites.
-No podrá estar ocultándose siempre a mi madre. Ni yo le voy a cubrir más porque como siga así también se va a morir él. O mejor dicho, se va a matar.
Entendí entonces, que la frase que había intentado usar para consolar a mi amiga, solo sirvió para empeorar las cosas.
Annie apoyó su codo en el reposabrazos del coche y dirigió su mirada hacia la ventana.
El hombre miró por el retrovisor de nuevo y yo coincidí mi mirada con la suya. Él rápidamente la esquivó y yo la devolví a Annie.
-¿Por qué? No entiendo. Acabo de cumplir dieciocho años, no me puede atar a él así. Ya le he salvado demasiadas veces el culo. – Annie se quejaba.
-No puedes dejarle solo.
-No, Isabelle. – Su mirada se retiró de la carretera para mirarme a los ojos. – Que mi padre haya muerto no le da motivos para comportarse así.
-Tiene demasiada rabia.
-Yo también la tengo.
Y la entendia yo tengo la misma, ella deberia desfogarse como su hermano o como yo lo hacía pero de una manera mas saludable, eso si.