𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 9-👻

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Fantasma

Tumbada en uno de los muebles, con el celular en la mano, y una cara de pocos amigos, se encontraba Any. Su padre estaba en el garaje arreglándole algunas piezas a su auto.

Algo sonó arriba, como un libro cayendo, o algún otro objeto. Any movió la cabeza en dirección a los escalones, dejó el celular en el sillón y subió.

Abrió la puerta de su cuarto. El sol se escurría por la ventana, la cama estaba bien tendida, y la pila de libros que tenía en una esquina, estaba intacta. Merodeó con los ojos en busca de alguna falla, pero todo estaba como lo había dejado. Pensó que seguro el ruido provenía de otra parte, así que le restó importancia y cerró la puerta.

En cuanto estaba por dirigirse a los escalones, sintió una presencia a sus espaldas, algo frio y denso. El miedo no tardó en recorrerle todo el cuerpo.

«Asesínalo» escuchó en un susurro. Con rapidez se volteó, pero no vio a nadie. La puerta de manera súbita se abrió y de allí salió su madre con una navaja en la mano, y su traje de ballet como el día en el que se suicidó. «No puedo creer que seas tan cobarde Any Richard Williams», le dijo. Any permanecía de pie, pero sintiendo miles de escalofríos a la vez. La mujer se acercaba, entonces Any largó un chillido agudo y desgarrador.

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Al escuchar aquel grito, Owen subió con rapidez los escalones. La puerta del cuarto de Any estaba cerrada. Tocó.

—Any ¿Estás bien? —dijo Owen.

—S-si, estoy bien —respondió con voz quebrada.

—¿Y que fue ese grito?

—Nada, yo..estoy bien. Vete, vete de aquí. No te quiero hacer daño —dijo Any.

—¿Any? —asomó la oreja a la puerta.

—¡Vete!

Owen obedeció y bajó los escalones.

El día transcurrió con un silencio enfermizo que no era habitual. El celular de Any seguía en el sillón, tal y como lo había dejado.

Después de terminar de arreglar el auto, a eso de las siete de la noche, Owen notó la ausencia de Any, era extraño que a esa hora no estuviese en la cocina preparando algo.

Miró hacia arriba donde observó la habitación de la chica. La puerta estaba cerrada desde la tarde, desde que él escuchó el grito y subió ver que ocurría.

Intrigado por el comportamiento tan extraño de su hija, subió nuevamente y le tocó la puerta, pero la habitación estaba en silencio, ni siquiera se escuchaba su respiración.

—¿Any estás ahí?

No hubo respuesta.

Abajo, el celular de Any  vibró, pero Owen solo lo miró de reojo restándole importancia. Volvió a tocar la puerta y a llamarla, pero nada. Seguro estaba enojada, o quien sabe qué cosa. Después de la muerte de su madre, Any era impredecible.

Owen fue a ducharse. Así son los adolescentes, un día están bien y al otro no hay quien los comprenda, pensó, seguro se le pasará, aunque esa jovencita me está preocupando.

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Esta Any se está volviendo loca, ya hasta puede ver a los muertos jajaja.

Nena maldición; Paulo LondraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora