𝚛𝚊𝚒𝚗𝚢

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Para ser la tarde de su cumpleaños, no estaba muy emocionada. Quizás se debía a porque toda la mañana estuvo rodeada de amigos  que la llenaron de felicitaciones, de cosas típicas de cumpleaños.

Aunque, de todas formas, se sentía desganada por alguna razón y todavía faltaba la cena de la noche con todos sus familiares. Estarían los tíos, primos, abuelos...Personas que conocía de toda la vida; aquellos por los cuales sentía un profundo afecto. Y obviamente estaría su madre, que siguiendo la típica tradición, le prepararía un pastel por su propia cuenta.

Estaría toda la familia. Menos su padre, ¿por qué? Porque Marie había sido abandonada por él hacía ya bastantes años.

Se había obligado a suprimir cualquier recuerdo de su partida pero de vez en cuando, cuando no podía dormir, su memoria le brindaba detalles de una mañana donde el hombre se había marchado tras dejar a su madre llorando al pie de la escalera. Marie tenía seis años cuando presenció ese acto y en ese momento, solo pudo gritarle que no saliera de la casa.

Pronto, esos breves segundos se convirtieron en pesadillas recurrentes ya que no lo entendía: ¿Qué hizo que su padre se marchara? Jamás había tenido problemas con su madre, era alguien risueño y lleno de consejos, además que siempre se mostraba orgulloso al estar con su familia, así que, durante los años siguientes a su partida, se la pasó traumada con ese hecho.

Luego en su adolescencia se dedicó a odiarlo, creyendo en la teoría de que probablemente había engañado a su madre. Sin embargo, a los dieciocho dejó de pensar en él y la terrible herida que le causó y así pasó los años, hasta que llegó a cumplir 25, siguiendo igual que antes.

Ya no tenía sentido odiarlo pues él ya no estaba ¿Qué más daba? Se había ido, se había marchado sin siquiera dudarlo y total, Marie ya se había acostumbrado a lidiar con ese vacío.

Y ahora en esa tarde, tras ponerse ropa cómoda, decidió subir al ático a acomodarlo un poco pues si seguía sin hacer nada su cerebro empezaría a mostrarle cosas de nuevo. Ya estaba harta de esas visiones por lo que con un vaso de agua fría en mano, se encaminó a las escaleras de madera al final del pasillo.

Cuando llegó al ático la luz del sol entraba por el tragaluz, dando justo en un espacio lleno de cojines viejos. Marie se sentó, arrimando una caja junto a ella y pronto ya estaba leyendo documentos viejos. Pasó una hora así, desinteresada.

Hasta que, encontró una caja oculta entre todas, estaba manchada por la humedad y tenía  el aspecto de ser algo interesante así que la tomó sin dudarlo. La abrió cuidadosa, viendo que dentro de ella solo se encontraba un sobre de cartas.

Y tomándolas intrigada, las inspeccionó con curiosidad, quedándose sin aliento al ver quién la había mandando.

De: El hombre que abandonó a su propia hija

Siete cartas y otros arrepentimientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora