Megan estacionó en la mansión donde la reunión privada iba a celebrarse, Ronald le había mandado las pautas que debía seguir y aunque sabía que el adulto estaría velando por su seguridad, tenía que reconocer que estaba nerviosa.
Se introdujo, después de darle su identificación a un joven soldado y regalar unos cuantos autógrafos, en su improvisado camerino. Una vez allí dentro, comenzó a sacar las cosas de su maletín, tomó un pequeño auricular, que podía pasar desapercibido en su oído, y se lo colocó en la oreja, se sintió mucho más segura, le dio al botón para producir la llamada y segundos después apareció la grave voz del sargento.
–¿Estas dentro?–Demandó.
–Sí.–El temblor en su respuesta provocó que Ronald se percatase de lo nerviosa que estaba.
–Estamos de camino, Meg.–La tranquilizó. La muchacha se arregló el cabello, lo había alisado para tener un estilo algo más sencillo y elegante. El vestido de gala era largo y remarcaba su esbelta figura, constaba de un color rojo fuego y una espalda descubierta en forma de pico.–Espérame en el camerino.
Lo esperó durante varios minutos hasta que escuchó sus nudillos golpear contra la madera de la puerta. La violinista abrió, encontrándose con el cuerpo trajeado de Ronald y a un Sykes intranquilo.
–Estas muy hermosa.–Alagó Bale mientras entraba tras el soldado y deshacía el apasionado contacto visual en el que se habían fundido ambos jóvenes.
Megan sonrió y se inclinó un poco para presentarle sus respetos.
El sentimiento de nerviosismo volvió a atacar su cuerpo al recibir, por parte de Ronald, una alargada cajita, la sujetó entre sus manos y la abrió sin conocer el contenido. Palideció, era un pequeño revólver. Levantó la mirada y buscó una explicación en el rostro de ambos hombres.
–Utilízala solo en caso de emergencia.–Murmuró el de ojos grises y con una mano proporcionó una suave caricia al brazo de Megan.–No debes preocuparte, vamos a estar atentos y te encontrarás segura en todo momento.
La artista quiso creerles, aún así, el miedo no se fue de los poros de su piel.
Bale se marchó, debía arreglar unos asuntos, por lo que Ronald y la joven se quedaron solos en la habitación.
–He visto a Nolan en el aparcamiento.–Comentó con recelo en sus palabras, Megan alzó una ceja, mientras escondía la pistola en el estuche. –¿Está invitado?
–Su padre ha obtenido un alto cargo en el gobierno por lo que sí, disfrutará de la velada.–Contestó sin más, restándole importancia. Las fuertes manos del mayor sujetaron su fina cintura y la apegó a él.
–No quiero que vea lo bella que estás esta noche.–Susurró con ternura sobre su oído, la menor sonrió, notando como sus mejillas se tornaban rojas y acarició los nudillos del hombre. –Me alojaré en un hotel, puedes venir conmigo...
La muchacha asintió con los ojos cerrados y disfrutó de los besos que Ronald dejaba por su cuello. Deseaba que el mayor no se alejase nunca, giró el cuerpo y lo abrazó con dulzura.
Volvieron a llamar a la puerta y el sargento se alejó de la joven, esta vez apareció el cabello rubio de Bryton, quien los saludó y les hizo un gesto para que salieran.
Megan levantó el maletín del violín y siguió, rodeada de los soldados, al ex rebelde por la mansión. Llegaron a una espaciosa sala donde se encontraban los invitados, enfundados en sus mejores galas. El lugar era increíblemente lujoso, las paredes blancas eran altas y parecían estar recién pintadas, los artistas que iban a tocar pertenecían a la élite más sofisticada y profesional de los distritos.
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Hasta que llegue la paz
RomanceLa oscuridad los unió en un manto de cenizas y horror. Sangre y lágrimas forjaron la confianza, mientras que el amor quiso sanarlos a ambos. Megan, una joven superviviente de un bombardeo, y Ronald, un soldado; deben aprender a cuidarse mutuamente d...