Capitulo 5

10 2 3
                                    







Después de toda esa confusión, me dejaron sola. Casi sacaron a Mateo contra su voluntad de aquel lugar, levemente escuchando que nunca más se alejaría de mi lado y entre otras sandeces. Yo no podía reaccionar, sumida en mis pensamientos, intentando asimilar todo aquello, al parecer era demasiada información. Lo ultimo que escuché claramente es que iban a tener algún tipo de reunión supongo que era sobre mí. Se fueron dejándome en aquel sótano frío y oscuro, aún seguía amarrada y con mi mejilla a fuego por aquel golpe que había recibido, de seguro ya tenía un gran moretón en mi rostro. ¿Helena? No dejaban de llamarme con ese nombre, que se supone que significaba, tenía muchas dudas pero a la vez me daba miedo las respuestas, que todo lo que había pasado en mi vida, fuera una mentira. Todos estos años ocultando mi ojos del mundo, cumpliendo las órdenes de Sallow, como una estúpida, sin saber todo lo que escondía. No se cuánto se demorarían aquellos hombres con su reunión, pero necesitaba respuesta y no soy una persona muy paciente.

No sé, cuánto tiempo había pasado pero sentía que fueron horas, tenía la garganta completamente seca y ya mi estómago estaba empezando a gruñir del hambre que sentía. ¿Cuánto tiempo había pasado inconsciente que me encontraba de esta manera?. Suspirè, hasta que siento el chillido que hace la puerta al abrirse y alguien entra, entrecierro los ojos intentando acoplarme a la luz que habían encendido cuando esa persona ingresa al lugar. Cuando mi vista se vuelve nítida puedo ver a dos mujeres enfrente de mí, ambas me miraban como si hubieran visto a un fantasma.

–    Mi Niña..–indica una de las mujeres, que podría tener unos cuarenta años, con un cabello rubio ondulado casi perfecto, una piel bronceada y a diferencia de todos no tenia los ojos violetas, sino de un azul cielo, y en su mirada solo podía ver amor. – Pero, porque te tienen de esta forma. Son unos salvajes y este moretón....–dice mientras intenta tocar mi mejilla, yo me alejo al sentir el roce de sus dedos, haciendo un leve gesto de dolor.–Te sacaré de aquí– dice aquella mujer y empieza a desatar las cuerdas que me tenían atada.

–    ¿Quién eres? –fue lo primero que se me ocurrió preguntar después de que me desata y toma de mi brazo para que la acompañe.

–    No importa eso ahora, vamos. –supe que quería decirme algo más, pero decidí no insistir por ahora si me sacaba de ese lugar, debía aprovechar. –Doris, ven y ayúdame.– enseguida la otra señora que había venido con ella, tomo mi otro brazo ayudándome a caminar, me sentía demasiado débil para poder hacerlo sin su ayuda, la falta de comida y agua ya me estaba afectando. Observo a la otra mujer, mucho más mayor con su cabello blanco, pero que mostraba una vitalidad y una fuerza arrolladora, la miré un instante mientras caminaba a su lado y me sonrió, y aquella sonrisa me hizo sentir muy bien.



Me guiaron en silencio a través de varios pasillos y luego unas escaleras, al parecer estaba en alguna mansión cerca a una playa ya que podía escuchar a los lejos las olas Del Mar, un sonido que me tranquilizaba bastante. Hasta que llegamos a una habitación y al ingresar no puedo dejar de fijarme de lo grande que era, parecía más un apartamento, pero no me iba a quejar sobre eso.

–    Aquí podrás descansar mejor, si quieres puedes darte un baño, Doris te traerá algo para comer. – decía aquella mujer de cabello Rubio mientras tomaba fuertemente mis manos. – Nadie te va a lastimar aquí, no te preocupes que yo te cuidaré.–me hablaba de una forma que no podía asimilar como si fuera una valiosa porcelana que en cualquier momento pudiera romperse.

–    No lo entiendo, ¿Por qué me ayudas? –le pregunto mientras la observo con curiosidad.



–    En su momento te lo diré, por ahora descansa.–indica mientras veo en sus ojos como quiere darme un abrazo pero se detiene suspirando, y ambas señora salen de la habitación.

Mi primer instinto el de supervivencia, pensó en buscar una forma de escapar. De seguro aquellas mujeres dejaron la puerta abierta, pero a la vez mi parte racional, pensó lo contrario, una casa llena de hombres armados debe de tener mucha seguridad, además que no tenía un arma conmigo, aunque yo era muy hábil también con un cuchillo, pero sabía que en el estado que me encontraba no llegaría lejos antes de que me desmaye. Tan solo por un momento, calmaría mis ganas de salir de allí mientras recuperaba mis fuerzas. Camine hacia el baño dispuesta a darme una buena ducha, no soportaba ya mi olor.

Luego de estar más de una hora en el baño, lo que se sintió demasiado bien y ayudó a sentirme mucho mejor, salgo de aquel lugar con una toalla alrededor de mi cuerpo y lo primero que visualizo es una bandeja llena de toda clase de comida. Al parecer, en algún momento de mi larga ducha lo había traído Doris junto a un vestido floreado que se encontraba a un lado en la cama, no era demasiado mi estilo, pero supongo que no tenía más opción. Sin pensarlo más, me comienzo a vestir, sorprendentemente el vestido era de mi talla, luego me peino con un cepillo que encontré en el tocador al lado de la cama. Cuando estuve lista, empiezo a comer como si nunca hubiera comido en mi vida, demasiado rápido pero no podía calmar mi hambre, en mitad de mi comida, solo puedo escuchar un murmullo a lo lejos, como si estuvieran discutiendo. Curiosa me acerco a la puerta para escuchar mejor.

–    Como se te ocurre a ver traído a una asesina hasta aquí, tu sola. ¿No sabes lo peligrosa que es? – indica una voz bastante enojada.

–    No hables así de ella, no sabes las cosas que le han pasado y ¿si la obligaron a actuar así? Tuvo que a ver pasado todo un infierno, mientras nosotros aquí pensando que estaba muerta. –comenta aquella voz que si pude identificar como la mujer rubia que me ayudó, bueno sabía que hablaban de mi porque había dicho asesina, pero aún no podía entender como encajaba en sus vidas. .

.

–    Tu tampoco sabes y no la defiendas mato a a mi hermano.–la voz de aquel hombre cada vez era más fuerte llena de resentimiento.

–    Lo sé, y créeme que lo lamento, pero no voy a dejar que traten a mi hija de esa manera.–dice la mujer y ahora si que me quede en el limbo. Ella era mi madre... ¿pero como? Como estaba segura de eso, y ¿Por qué aparecen hasta ahora? Cuando estaba a punto de salir, para enfrentarlos, escucho como se alejan del lugar, al parecer se dieron cuenta que no era el lugar indicado para un escándalo. Abro aquella puerta un poco para visualizar como aquel hombre llevaba aquella mujer abrazándola llevándola hacia algún lugar.

Bien, debía aprovechar este momento para salir de allí, algo en esta casa me debería ayudar a encontrar respuestas mientras estas personas se dignan a decirme algo, pero mi plan fallo enseguida debido a que alguien se interpondría en mi camino. Cuando abro por completo aquella puerta, pierdo el equilibrio por un instante , logrando que mis manos terminaran apoyándose en un fuerte y musculoso pecho. Levanto mi mirada lentamente, y otra vez aquel chico pelirrojo, ya me estaba empezado a fastidiar verlo, alejo mis manos se su cuerpo colocándome lo más lejos posible de èl.



–    ¿A dónde crees que vas? Pero mírate eres toda una princesa. –dice burlonamente mientras me mira de abajo hacia arriba, en aquel estupido vestido.

–    Eres un idiota. Y que te importa lo que haga, voy a salir de aquí y nadie me lo va a impedir. –exclame sin importarme las consecuencias, siempre impulsiva como era, olvidándome por un instante que yo era la que iba a perder.

–    Mira tu niñita estupida, acaso¿ crees que eras una invitada aquí? No me importa quien seas, pero no perdonare lo que hiciste. –dice con furia mientras me toma fuertemente de la muñeca y me estrella contra la pared más cercana, tan cerca de mi que podía oler su delicioso aliento. Dios que me pensaba necesitaba concentrarme. Intenté soltarme de su agarre pero cada vez apretaba más fuerte, me dolía pero nunca se lo admitiría.

–    Que fastidio contigo, no se porque tengo que aguantar tus estupidos berrinches,¿crees que no me molesta estar aquí sin saber que está pasando? No me matan, tampoco me torturan, nadie me explica una mierda. –me desahogo por completo casi gritando lo último ya lista para darle una patada para liberarme de su agarre, pero todos los pensamientos destructivos que tenían hacia èl, se acaban en un segundo cuando siento sus labios sobre los míos.

• The beauty of the night •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora