Año y medio después,
calló.
Jugó con el fuego
y se quemó.Despertó,
un panorama devastador:
humo, cenizas y muerte.
Ardió, ardieron, ardí también yo.
Todo dio igual, calcinaron cadáveres
y no los reconoció.Lento, preciso y violento,
cayó, inevitablemente
del cielo
dolió, todo era cierto.No hubo tiempo
ni medios
de evitar tal caída,
ni salvar aquellas vidas.Sacrificó en vano
sin mancharse las manos,
hizo oídos sordos
y dejó vacío
su corazón apagado.En medio de la desolación,
tal vez, fue mejor
haber tocado,
repetido pero claro,
un cielo despejado.En el eje de la destrucción,
ajeno al calor,
hubiese llorado
de conservar corazón
por aquel amante
que amó y no dañó,
cumplió
y presagió
estás palabras,
que ya escribió.