♥♥

69 14 0
                                    

Fiorella nunca había sido buena entablando conversaciones desde cero y mucho menos, con desconocidos. Así que no pensó demasiado antes de decidir alejarse del joven. Encaminó hacia una de las mesas del bar para tomar asiento y esperar a que el evento comenzase.

El bar no era muy grande, pero se encontró sintiendo calidez propia de un hogar. Las luces estaban tenues y el decorado la dejó maravillada. No era extravagante, pero quedaba muy lindo. Había mariposas hechas de papel colgando cerca del escenario y una en cada mesa. Tomó la que se encontraba allí y descubrió una palabra escrita en ella: ayewün.

—¿Te molesta si me siento aquí? —la voz del joven la sacó de contexto.

—No. Está bien —intentó sonreír pese a la sorpresa.

—¿Has venido sola?

Asintió.

—¿Y tu?

—También... Aunque no suelo hacer esto muy seguido. Pero estaba aburrido.

Fío rio.

—Yo tampoco, pero tenía ganas de venir así que me animé.

—Que bueno —sonrió... y Fiorella se perdió en esa sonrisa por unos segundos. —¿Eres de aquí?

Negó.

—Soy de Robles, a dos horas de aquí. ¿Tu?

—De aquí. Pero vivía en capital. Me mudé hace poco... Por eso la soledad —rio.

Aquello la tomó de sorpresa. Siempre había oído de personas que se iban de las pequeñas ciudades hacia los pueblos, nunca al revés... Salvo que fuera por una razón importante como trabajo, familia o amor.

—¿Que te trajo aquí? —se sorprendió a sí misma preguntando.

Se encogió de hombros.

—Necesitaba un cambio de aires.

Fío se limitó a asentir en silencio. Sabía a que podía referirse, ella muchas veces había fantaseado con animarse a huir de aquella zona y empezar de cero. Pero siempre había sido solo eso, una ilusión.

Una leve música empezó a invadir el ambiente. Se dio cuenta que el lugar había empezado a llenarse y en cuestión de minutos, varias mesas estaban ocupadas.

—Asi que escribes poesía...

El comentario hizo que el rubor se presentara en su rostro.

—Algo así.

—¿Por qué no quieres leerla?

—No creo que merezca ser escuchada. No es muy buena.

—Si nunca lo intentas, nunca lo sabrás.

Supo que tenía razón, pero aún así no se imaginaba leyendo sus letras.

—Quizas en el próximo me anime...

—Estaré aquí para escucharla entonces.

—No lo digas con tanta seguridad.

—Es que estaré aquí.

Se sonrieron y el silencio volvió a ocupar espacio entre los dos.

—¿Lees? ¿O solo escribes?

El chico parecía no adorar mucho el silencio.

—Leo, aunque ahora muy poco...

—¿Leíste a Edgar Allan Poe?

Fío negó y él hizo un gesto de horror. Era su favorito y le habló sobre lo mucho que le gustaban sus historias.

Hablaron de películas y él le recomendó "Posdata, te amo". Fue la segunda desilusión; ella no había visto su película favorita. Pero Fiorella logró equilibrar la situación: él tampoco había visto su película favorita.

Hablaron mucho hasta que dos chicas y un chico llegaron para ocupar las sillas vacías. Esta vez el silencio fue mas prolongado hasta que él se puso de pie para ir al baño.

—Cuidame la silla —le pidió antes de alejarse.

Para su sorpresa, las chicas le sacaron tema de conversación. Le preguntaron si era la primera vez que iba allí ya que no le veían cara conocida. Entonces tomó conciencia de la familia que representaba aquel lugar en la ciudad; los eventos eran rutinarios y las personas que concurrían se conocían bastante. Le pareció un hermoso refugio.

—¿Y tu novio también vino por primera vez?

Fiorella se sorprendió.

—¿Quien? ¿El chico? No es mí novio —rio—. Lo acabo de conocer.

Las chicas se sorprendieron.

—Los vimos hablando y parecía que se conocían de años.

La breve conversación quedó truncada cuando él regresó con una sonrisa fijada en ella. Al volver la vista al frente, encontró una mirada insinuante en el rostro de una de las chicas. Decidió ignorarlo. Las luces del escenario se encendieron y el primer talento estaba listo para presentarse.

Y a pesar del entretenimiento, se le hizo difícil ignorar el calor que provenía de la cercanía del joven.

Acordes de un amor efímero [Historia corta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora