Capítulo XLIV

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Corrí.

Corrí hasta que mis piernas no dieron para mas. Pensaba que si corría, que si me cansaba, me iba a distraer, pero no. Lloré mientras corría y sigo llorando.

No me importa mi asma, sólo quiero correr hasta que deje de doler.

Cuando no puedo mas, apoyo mis manos en mis rodillas, respirando pesadamente. Mis pulmones duelen y el aire frío de la noche me hela los huesos.

Me siento en una banca, observando el desolado lugar. Faroles alumbran las frías calles mientras yo me tapo el rostro para iniciar a llorar.

Fui tan egoísta. ¿En qué pensaba? Nunca pensé en cómo se sentirían los demás, solo pensé en como me sentiría yo.

Egoísta, egoísta, egoísta.

Le he roto el corazón a Grey y ahora él no quiere verme mas. No es porque esté enojado, es porque cree que es lo mejor. Pero no lo es. Separados somos débiles.

Me siento triste.

Pérdida.

Devastada.

Rota.

Vacía.

Todo sin él.

Nada sin él.

Jamás volveré a escuchar sus malos chistes, sus risas, sus hermosas palabras, su hermosa voz. Jamás podré ver como me guiña uno de sus ojos verdes. Jamás sentiré sus suaves labios sobre mi piel. Jamás tocaré sus rizos. Jamás lo tocaré a él.

Porque a mí me encontrarán y a él también. Probablemente lo mataran.

Esto no es justo. La vida no es justa.

—Dicelo.

Mi corazón se detiene un momento al escuchar su voz.

¿Cómo no lo pensé antes?

—Andrea. —Sollozo, tapándome la boca con mis manos.

Ella sonríe, colocándose de cuclillas.

—Hola, Emms. —Susurra.

—Lo siento. —Sollozo—. Te extraño tanto. —Digo sollozando una vez mas.

—Lo sé. Yo también te extraño. A todos. —Murmura colocando un mechón naranja detrás de su oreja.

—¿Por qué no habías aparecido?

—Porque debes superarme. Y así no lo harás. —Ella niega con la cabeza—. Esta es la última vez que me verás así que prestame atención, ¿si?

Yo asiento sin dejar de llorar. No puedo creer que esté aquí.

—Los fantasmas obedecen a Sebastian porque él dice que sabe como hacer que descansemos en paz. No sé como, porque, o si es cierto, pero eso es lo que dice. —Yo asiento—. Tienes que ser fuerte. Y ustedes se necesitan, Emma. Tienes que salvarlo.

—Él no me quiere cerca. —Sollozo una vez mas. No puedo parar de llorar. Odio esto.

—Tienes que decirle. —Ella me lanza una mirada cómplice—. Ve, Emma. Lucha por él. ¿En serio crees qué él se dejará arrestar? —Pregunta con una mirada triste.

Yo abro los ojos como platos.

—No... Él dijo que cuando terminara todo se suicidaría. —Digo recordando la noche en la que fui a buscarlo.

No te preocupes. Cuando acabe contigo y tu madre se acabará todo.

Frunzo el cejo.

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