Capítulo único.

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Catra apenas podía respirar.

Su cabeza era un lío de pensamientos inconexos que se agrupaban uno tras otro, sin ningún orden ni sentido. No lograba coordinar su cuerpo de manera que pudiera levantarse de la cama donde apenas minutos atrás estaba descansando. Todo a su alrededor parecía dar vueltas. Incapaz de concentrarse en otra cosa que no fuera el calor que comenzaba a sentir irradiando de su cuerpo, desde la punta de su orejas, hasta el final de su torso, concentrándose más en la parte baja en específico.

La ventana abierta, con el sol chocando directamente contra su pelaje, no ayudaba en lo absoluto. Solo aumentaba más la calor que comenzaba a debilitarla.

Catra odiaba sentirse así. Tan débil por su naturaleza como híbrida. No importaba la razón, después de todo por lo que había pasado, aún era difícil para ella mostrar su vulnerabilidad ante los demás, aunque fuesen sus propios amigos.

Amigos. La palabra casi sonaba irónica saliendo de sus labios. Aparte de Adora, nunca había considerado a nadie su amigo como tal. Scorpia lo era, actualmente lo es, pero antes, cuando aún estaban en la horda, Catra no merecía poder declararla como su amiga, no después de tratarla de una manera tan cruel y fría, aún conociendo la personalidad fiel y torpe de la chica. Scorpia, en comparación a Catra, era buena y pura. Su presencia, el fondo, nunca le había desagradado, pero su orgullo no le permitía disfrutar de la amistad genuina que Scorpia parecía querer tener con ella. Catra se convirtió en lo que más odiaba, en la persona que tanto daño la había hecho, y nunca podría perdonarse por ello.

Ahora tenía la oportunidad de arreglar sus malas decisiones, de enmendar sus errores. En tan solo un mes, tras la guerra, había hecho muchos progresos. Aceptar las sesiones de meditación de Perfuma era lo mejor que podía haber hecho en mucho tiempo. La chica nunca insistió para que Catra se abriera, y pudiera contarle los hechos traumáticos por los que había pasado a lo largo de su vida, simplemente esperó, esperó hasta que estuviese lista. No pasó mucho tiempo para que un día Catra explotara y le contara todo, punto por punto, recuerdo por recuerdo. Perfuma no la juzgó, nunca lo hizo en primer lugar, y aquello le ayudó para recuperar algo de confianza en los demás, y aceptar que no todos buscaban lastimarla.

Todo parecía un sueño.

Catra a veces se despertaba cubierta en sudor tras una pesadilla, siendo aprisionada por los brazos de Adora. Y entonces, solo para asegurarse de que todo era real, se pellizcaba a sí misma, tan fuerte, que no paraba hasta que sentía sangre en sus uñas. Le costaba tranquilizarse a sí misma, pero sin querer despertar a la persona a su lado, Catra trataba de utilizar la recomendación de Perfuma y canalizar su respiración hasta que esta se tranquilizara. Respiraba y exhalaba con dificultad, más al final, lo conseguía. Volvía a caer dormida, y ya no volvía a tener más pesadillas, donde la guerra aún no había terminado, donde seguía siendo controlada por Horde Prime, sin control de su consciencia. No siempre tenía que hacerlo por sí misma. En contables ocasiones, era Adora la que calmaba su ansiedad, la que echaba a las sombras de su cabeza y le permitía descansar con normalidad. Tan solo unas palabras de ella bastaban para hacer que su cuerpo dejase de temblar. Catra confiaba en Adora como en nadie. Siempre lo había hecho, desde que era pequeña.

Sí. No era tan malo después de todo. Podía acostumbrarse a llevar una vida así, despreocupada, sin tener que estar al borde del colapso todo el tiempo. Sin estar alerta y asustada.

O eso pensaba, porque la tranquilidad también tiene su parte mala.

Acostumbrarse a su nueva vida en Bright Moon era todo un desafío. Normalmente, cuando aún pertenecía a la Horda, y estaba al mando, no era inusual para ella pasarse días completos sin dormir, debido a las distintas complicaciones, y a las estrategias que tenía que idear para tratar de acabar con la Rebelión. Su vida llevaba un ritmo desenfrenado, y dormir más de cinco horas parecía ser todo un privilegio para ella, especialmente cuando se preparaban para la visita de Horde Prime, antes de que las cosas se torcieran de una manera tan gradual. A consecuencia de su estilo poco saludable, había perdido peso, y lucía menos saludable. Las barras de racionamiento que disponía en la Horda tampoco ayudaban a mejorar su estado, y aunque era consciente de los importes ilegales de comida de otros reinos, de mucha mejor calidad, tenía mejores cosas en las que pensar, como en estrategias de batalla. También, en la Fright Zone, las noches eran gélidas y confusas. No se sentía segura durmiendo entre las paredes del lugar donde creció, aunque contara con una habitación propia. Incontables noches fueron las que pasó desvelada, observando el paisaje desolador y preguntándose como sería su vida su hubiese elegido otras opciones. Soñar no era suficiente, su triste realidad era aquella y tenía que afrontarla y sobrevivir, como siempre había hecho.

Kitten in heat |Catradora|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora