1. Anatomía

1.5K 30 0
                                    

POV Natalia

Yo salía tranquilamente del instituto, tan solo me acompañaban mis pensamientos y mi imaginación. Y cómo ésta funciona bastante bien, no podría hacer otra cosa que no fuera divagar de la realidad. A lo lejos oí una voz que me resulta familiar.

- Ey, espera, ¿acaso te ibas a ir sin mí?- claro que no, pero esta persona no es capaz de hacértelo saber. Se me queda mirando esperando una respuesta que nunca llega. La verdad es que ya debe de estar acostumbrada.

-¿Me acompañas a casa?- te está hablando a ti, ¿por favor puedes reaccionar como una persona normal?- Bueno, si no puedes no pasa nada, lo dejamos para otro día.

- Vale.

-¿Tienes planes?- noto un tono de voz distinto al de hace segundos y una mirada de cachorrito que me dan ganas de abrazarla al instante, pero en cambio expreso una mínima sonrisa. No te rindas tan rápido con lo que sientes. Tienes que ser más fuerte que estos sentimientos.

- No tengo planes, me refería a que sí que te acompaño a casa.

- Vale, genial- sonríe. Sonríe porque no le di una negativa, porque le dije que sí la podía acompañar. Se alegró por mi respuesta y yo también al observa que le hace ilusión quedar conmigo. O eso creo.

El paseo transcurrió sin ningún tipo de problema, hablando de cosas generales, de nuestra corta vida y del instituto. Llegamos a su casa. No me recibe nada más que el aroma propio de ella. Sin que lo note, aspiro ligeramente el aire y me recreo con él.

- Ven a mi habitación. Estaremos más cómodas allí.

La seguía por el pasillo decorado con tres cuadros y un espejo al final de éste, justo al lado de la puerta que llevaba al espacio que, considero, es el espacio más importante de un adolescente. Después de que pasara cerró la puerta y yo dejé la mochila en el suelo, esperando alguna instrucción sobre lo que tendría que hacer. Observé algunos de los cuadros que tenía sobre un mueble de madera. Era fotos de cuando era más pequeña y en alguna salía acompañada de su hermana Marina.

- Puedes sentarte en la silla, yo me quedaré aquí.

- Vale- si quería adelantar trabajo tenía que coger los apuntes. En todo momento noté su mirada sobre mí.

Mis nervios aumentaron por momentos. Traté de concentrarme en los deberes y en estudiar anatomía, pero la única anatomía que me entraba era su cuerpo. Era una de las pocas asignaturas que compartíamos, a pesar de que cuando tuvimos que hacer la matrícula escogimos lo mismo, con el objetivo de que nos pusieran en la misma clase. 

En cierto momento de la tarde, cuando ya casi había memorizado el tema de los huesos me di cuenta de que ella aún estaba por las primeras páginas. Me extrañó porque normalmente se suele aprender muy rápido todo lo relacionado con su asignatura favorita.  No se dio cuenta de que ahora la estaba observando y no me pasó desapercibido un pequeño detalle: sus ojos estaban fijos en mis labios y cuando levantó la vista se puso roja como un tomate. ¿Acaso te querrá dar un besito? 

Todas mis alarmas saltaron en ese momento. En ocasiones la conciencia de una misma es mucho más rápida que la persona en cuestión. Nos habíamos conocido el curso pasado pero enseguida nos hicimos buenas amigas. El "problema" llegó cuando me empecé a sentir cosas en su presencia, aunque nunca me permití expresarlas en voz alta.

- ¿Todo bien?- pregunto.

- Sí, muy bien- se puso más colorada, saliendo de su ensoñación. No reprimí mi sonrisa, al haberla pillado in fraganti, y por haber intercambiado los papeles. Aunque eso no lo sabe porque nunca se había fijado en mí hasta... ¿hace cinco segundos? No, imposible.

- ¿De qué te ríes?- preguntó, nerviosa.

- De lo nerviosa que te pusiste, así, sin ningún tipo de motivo aparente, ¿a qué crees que se debe?

Se acerca lentamente con la mirada puesta en mis ojos.  Elevo ligeramente la cabeza  para observar los suyos, que provocan mi caída dentro de un gran tarro de miel. Roza de forma lenta y tímida mi mano. Noto su tacto y dirijo la vista a nuestras extremidades, ahora entrelazadas por su valentía. Estoy algo sorprendida pero me agrada. Claro que ella lo interpreta de otra forma, porque rompe la unión.  Y entonces puedo ver un atisbo de miedo en su rostro pero me aseguro de que eso dure el menos tiempo posible. ¿Cómo? Pues muy sencillo. Le doy un beso. En la mejilla. No me atrevo a ir más allá pero su sonrisa me confirma que el gesto no le desagradó en absoluto y una pregunta se escapa de mis labios:

- ¿No crees que deberíamos estar estudiando anatomía?

- ¿Y tú no crees que ya lo estamos haciendo? Además mi profesor de biología dice que tenemos que degustar la carne humana.

Y tanto que hay que probarla, pero digamos que no es carne de lo que tengo ganas.

Me sonrojo ante este pensamiento. Desde luego, basta que estés en una situación, un tanto comprometida para que tu mente piense de la peor manera posible.

Su tono cada vez se vuelve más grave y más provocador y a mí eso me está matando pero me atrevo a seguirle el juego, solo espero no perder la partida.

- ¿Quieres probar la carne?

- Bueeno...- digo alargando la primera sílaba- pero eso no lo suelen hacer las amigas.

Alba cortó nuestro campo visual dirigiendo su mirada hacia su izquierda y exhaló un largo suspiro. Sonrió y volví a perderme en esos ojos.

- ¿Sigues pensando que sólo somos amigas?

Menos mal que estaba sentada porque esa respuesta ya me mató de vez. Y lo supo, porque cuando acabó de hablar ya la tenía prácticamente encima de mí. Yo me reí ante esta situación, agarré su cintura para que no perdiera el equilibrio y ella la besó. No sé cómo explicar ese beso. Fue como una explosión interna y delicada ya que sus movimientos eran torpes, y los míos el doble, pero nos entendíamos dentro de ese caos.

One-shots || AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora