6. Dormir

674 29 0
                                    

Vamos juntas en clase y somos amigas desde 3º de la ESO. Hemos pasado por mucho durante este tiempo. Al principio era todo demasiado bonito, y luego, un año después fue cuando nos pegamos la hostia. Fue ingresada en el hospital por problemas alimentarios. En ese momento se me cayó el mundo encima.

Es un gran proceso que conlleva mucho tiempo y esfuerzo, y aunque mejore, nunca se podrá recuperar del todo. Ella misma lo dice. Estuvo dos meses y medio sin venir a clases y sin poder comunicarse con su familia y amigos. Tiene un montón de brechas... pero sigue viviendo, porque aunque tenga un montón de cicatrices, permanece entera.

Tras muchos momentos, buenos y malos conseguimos estar en una buena situación. Al menos para ella, que consiguió ganar una confianza en sí misma que nunca imaginé que tendría. Sé que es fuerte y que puede con todo pero no me deja de preocupar. Sobre todo si esta confianza tiene que ver con el hecho de que tiene novio. Llevan poco tiempo y todo es felicidad y alegría pero temo el instante en que lo dejen. 

Sé que es lo normal si es mi mejor amiga, pero me cuesta un poco digerirlo porque me gustó durante un año y medio. Tras un breve parón de cuatro meses, en el que pensé que se me había pasado el encoñamiento, me di cuenta de que en realidad eso nunca ha pasado. A lo mejor todo fue un método de defensa que tomó mi mente para que mi corazón no sufriera.

Últimamente está súper cariñosa conmigo: me da abrazos cuya duración es relativamente larga, besos por toda la cara... El otro día, mientras que no venía una profesora, vino a mi sitio y se sentó encima de mi muslo derecho. Creo que no estaba demasiado cómoda porque separó mis piernas y se puso en el espacio restante de la silla, dejándome sin saber qué hacer salvo rodear su cintura con mis brazos y estrecharla contra mi torso. Ella sólo me acarició las manos. Varias compañeras me miraron sorprendidas por esta muestra de afecto, ya que suelo ser muy cortada con estas cosas.

______________________________________

Varios días después me invitó a dormir a su casa. No tenía literas por lo que la opción era dormir en el sofá cama de salita pequeña que tenían pero ella se negó.

- No no, no hace falta, no me voy a agenciar tu cama, Natalia.

- Claro que no. Estoy segura de que cabemos las dos. A lo mejor estamos un poco apretadas, pero bueno, así no tendré el frío que tengo siempre -soltó una risa nerviosa, retorciendo un poco su camiseta-. A no ser que no quieras dormir conmigo, que entonces no pasa nada y me voy yo al sofá.

- No, tranquila. Estoy segura de que va a ir bien -lo dije en alto aunque más bien era una confirmación para mí misma.

Cenamos pizza, vimos la primera película que daban en la tele, Inferno, y nos lavamos los dientes. Tras esto, nos pusimos los pijamas que consistían, básicamente, en una camiseta ocho tallas más grande y un pantalón de chándal. Me eché dos toques de colonia porque me apetecía dormir un poco más arreglada que de costumbre, y me metí bajo las mantas. Natalia lo hizo más tarde, tanto, que ya casi me había quedado dormida. Sí, soy de esas personas que en cuanto su cabeza toca la almohada se queda totalmente grogui.

- Perdón Albi -susurra mientras tira un poco de las sábanas hacia arriba-, se me fue el tiempo.

- ¿Te pasó algo? -pregunté mientras se giraba hacia mí, pudiendo notar su aliento mentolado.

- No, sólo... estaba pensando en mis cosas...

- Venga Nat, te conozco, no es sólo eso. Si quieres me lo puedes contar -le acaricio la mejilla y suelta un ligero suspiro.

- Es que estoy sintiendo cosas que nunca antes me habían pasado y no sé cómo reaccionar, sé que no es nada malo pero tengo miedo de cómo reaccione-s. Sólo quiero que me abraces, ¿puedes?

- Claro -puso su espalda contra mi pecho y tomó mi mano con fuerza mientras la guiaba hasta su estómago. Iba dejando caricias en el dorso y de vez en cuando entrelazaba sus dedos con los míos.

Tras unos minutos así, noto una leve sacudida de su cuerpo y la respiración entrecortada. Está llorando. Me incorporo lo suficiente para dejarle un tímido beso en su mejilla. Reacciona ante mi gesto soltando todo el aire contenido en sus pulmones.

- No sé que sientes, pero los sentimientos son algo que no se puedan escoger ni esconder y tarde o temprano lo sabrás. El silencio te permite observar, aunque no deja que lo demás te vean.

- ¿Me estás consolando a mí o estás teniendo una clase de autoayuda? -sonrió y por lo menos así no está divagando por su mente.

- Ya, soy la menos indicada para hablar. No es ningún secreto que me siento mejor si no expreso mis sentimientos. Es la única forma en la que nadie me puede juzgar.

- Yo jamás te juzgaría, ¿lo sabes verdad? -pregunta visiblemente preocupada.

- Lo sé. Espero que tú también -volvemos a estar cara a cara, nuestras manos juegan.

- Sabes Albi, quizá quise prepararlo todo de manera tan perfecta, por mi miedo a ser insuficiente que me olvidé de que no puedo vivir siendo quién no soy.

- ¿Y quién eres? Porque yo sólo conozco a una persona suficiente, independiente, maravillosa y guapísima que puede hacer todo lo que se proponga. -digo sujetando sus mejillas y dejando un besito en su nariz.

- Soy Natalia Lacunza y lo cierto es que lo único que quiero ahora mismo es... b-besarte. ¿Te... te parece bien?

Detengo las caricias que estaba haciendo sobre su cara y las sitúo en su hombro. Me separo y la miro directamente a sus ojos. Está esperando una respuesta que no llega. Suspira derrotada y se tumba boca arriba con el brazo sobre sus ojos.

Entonces me doy cuenta de que mi confusión momentánea pudo haberla tomado como un rechazo. Lo único que puedo hacer es demostrarle que es todo lo contrario.

Paso mi brazo por su barriga, acercándola, y sitúo mi pierna sobre la suya. Ella no se mueve. Le beso el hombro, la clavícula, el cuello, notando cómo se le eriza la piel. Subo hasta su mandíbula, poco a poco me voy acercando a su boca.

- Perdón. Siento mucho no haber reaccionado de la manera adecuada, pero es que no me lo esperaba y créeme cuando te digo que llevo soñando con este día mucho tiempo -destapa sus ojos cafés y sitúa su mano en mi espalda-. Sí que me puedes besar, de hecho quiero que lo hagas, ¿pero qué pasa con tu novio? No quiero que lo dejéis por mi culpa.

- Creo recordar que fuiste tú la que me dijo que los sentimientos son tan poderosos que no se pueden escoger y yo simplemente siento esto por ti. Estoy segura de que lo entenderá.

- Esperemos que sí. No quiero ser un problema.

- Nunca lo serás. Sólo puedes traer alegría a mi vida.

Dicho esto, sonreí como una tonta y la besé. Lo hice yo porque no me podía resistir más a sus preciosos labios. Al principio era un tímido roce que lentamente se fue convirtiendo en uno más pasional, e incluso, húmedo. Ella reforzó su agarre metiendo sus manos por debajo de mi camiseta, deslizándolas por toda la espalda. Yo situé una, por debajo del pantalón, en el hueso desnudo de su cadera acercándola aún más. Con mi pierna fui subiendo poco a poco por su muslo hasta que de pronto escuché un gemido. Me separé de su boca para coger aire y cuando abrí los ojos me di cuenta de que estaba más nerviosa que antes por lo que inmediatamente detuve mis movimientos.

- Albi, y-yo... y-yo nunca...

- No pasa nada -bajé la rodilla y la tranquilicé besándola de nuevo-, no hay prisa.

- Es que... q-quiero hacerlo... contigo. Buff -suelta mientras rozo su cuello con mis labios y deslizo mi mano por encima de sus bragas-, tengo muchas ganas créeme.

- Te creo -noto su humedad a través de la tela-. ¿Estás segura?

- S-sí. Estoy segura.


One-shots || AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora