Las tres reglas

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Una luz roja se veía a lo lejos del profundo pasillo por el cual caminaba, no sabia si seguir o mejor regresar, en primer lugar, no sabia ni siquiera en donde estaba, mi último recuerdo son las luces de un auto... ¡espera!, ¿Al fin lo logré?, ¿Morí?. Sin pensarlo corrí hacia adelante, hacia esa luz de la que tanto la gente hablaba cuando supuestamente morías, atravecé el oscuro camino hasta llegar a una habitación desconocida, todo era de piedra, era circular, de varios pisos y con muchas entradas en forma de arco, enmedio habia un hombre, fornido, moreno y cabello corto, llevaba el dorso desnudo. Avanzó hacia mi, me examinó de pies a cabeza, tenia una mirada profunda y severa.

-Alice Marie Ferguson -habló con una voz profunda

-Si, soy yo

-Lo sé

Siguió mirandome, me sentía incómoda.

-¿Quién eres tú? -pregunté tratando de sonar casual. Soltó una leve risa y sonrió de lado.

-Mi nombre es Kyle

-¿Quién eres tú? -repetí, queria más información ya que no sabia donde estaba

-Ya te dije, soy Kyle

-No, no tu nombre, sino quien eres

-Bueno, soy el jefe de los ángeles caídos

-¿Ángeles caídos?

-Si

-Pero que ellos no son...

-Si, demonios, como la gente popularmente los conoce, pero es mentira, no somos demonios, seguimos siendo ángeles, ángeles que buscan la libertad y poder descanzar en paz.

-Pero, ¿yo que hago aqui?

-¿No lo has adivinado ya?

Pensé durante un momento. No, esto no podia ser.

-No, esto no puede ser -repetí, ahora en voz alta

-Pues lo és

Me quedé sin palabras, yo quería morir ya, no quedarme en un punto medio.

-Ven Alice, acompañame.

Kyle se dio vuelta y en su espalda vi dos alas negras, caídas como si estuvieran descanzando. Le seguí el paso hasta que llegamos al extremo de la habitación.

-¿Lista Alice?

-¿Para qué?

-Te diré algo, aqui no hay escaleras ni elevadores para subir.

Después de decir eso, extendió sus alas.

-Es mejor que en este momento mejor no uses las tuyas. -me jaló hacia él tomandome de la cintura -rodea con tus manos mi cuello -dudé un poco, juraría que queria besarme - vamos Alice, no te haré nada, agarrate de mi cuello que sino será muy duro este viaje.

Rendida me aferré a su cuello ocultando mi cara en sus hombros. De pronto ya no sentí los pies en el suelo, me separé de sus hombros y volteé hacia abajo. Mejor no lo hubiera hecho, solté un grito agudo, lo cual provocó que Kyle se riera.

-Vaya, un ángel con miedo a las alturas, deberás deshacerte de esa fobia, será la primera y última vez que alguien más te lleva. Después de esto serás independiente de trasladarte tu sola.

De lo que pareció una hora, al fin llegamos a tierra firme, entramos por una de las tantas puertas que habia y dentro estaba iluminado muy tenue por la luz de velas. En esa habitación se encontraba solo un librero y un sofá, todo tan tétrico y oscuro.

-Sientate -me ordenó Kyle -bien, se que estas confundida y no sabes que ocurre aquí. Bueno, pues como ya descubriste, eres un ángel caído, o como entre nosotros nos conocemos, somos ángeles protectores -hizo una pausa como esperando a que hiciera una pregunta - como su nombre lo dice, somos protectores ¿Qué protegemos? Humanos, vivos aún. Nuestro deber es mantenerlos a salvo y lejos de la muerte mientras todavia no sea su tiempo. Los ángeles caídos son almas que dejaron algo pendiente en la tierra, murieron antes de tiempo o intentaron suicidarse más de una vez.

-¿De quién cuidare? -interrumpí su relato, ya tenia una idea de que debia hacer, solo queria llegar al grano

-Espera un poco, ya llegaremos a ese punto. Tú viniste aqui por dos razones: moriste antes de tiempo, y, claro está, estuviste al borde de la muerte por tu propia elección. Ahora, antes de mandarte a Tierra de nuevo, a cuidar de tu asignado, debes tener en cuenta que puedes perder tus alas por tres razones.

-¿Qué de malo hay en perderlas? -interrumpí de nuevo. Kyle rió.

-¿Qué que hay de malo? Para empezar, no podrás entrar ni al cielo ni al infierno -se vió interrumpido por unos gritos que decian "tengan piedad, quiero una oportunidad más". Trató de ignorarlos y continuo -te quedaras en la Tierra por toda la eternidad, es eso o te ofrecen como comida para Mors, el Dios de la muerte. Las tres reglas son las siguientes y si las sigues conservarás tus alas.

》Primera: Debes proteger sea como sea a tu humano; sino lo haces, pierdes tus alas

Segunda: Si dejas morir antes de tiempo a tu humano; pierdes tus alas

Tercera: Si te enamoras de cualquier humano o ángel; pierdes tus alas

Solte una risa ante la última regla. ¿Amor? ¿Enserio?.

-Aunque no lo creas, hay quienes no pueden con la última regla -dijo Kyle. Volví a soltar otra risa.

-Si, bien, no será mi caso. Ahora si, vamos al grano, ¿De quien cuidaré?

-Bien, parece que no puedes esperar más. Acompañame.

My Sweet Fallen Angel ~Jay McGuiness~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora