˗ˏˋ Pequeños relatos de esta parejaˎˊ˗
✦ Contenido adulto +18
✦ Pareja principal Meldris pero pueden irse modificando debido a las escenas.
✦ Todos los personajes pertenecen a su respectivo autor.
✦ Prohibido el plagio y/o adaptación.
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— ¡Amor, ya llegué! — exclamó Meliodas con entusiasmo, dejando dos bolsas en la isla de la cocina — Te traje el mousse de maracuyá y el pastel de chocolate amargo que me pediste a gritos, cariño — dijo en voz alta, tomando ambos postres y los colocó en un pequeño plato de porcelana — ¿Puedes creer que en esa horrenda tienda se me acerco una chica y me coqueteó descaradamente mostrándome sus abultados pechos mientras me hablaba de su vida como zorra? — la risa se escapó de sus labios y sacudió un poco la cabeza— No puedo negar que su sangre estaba buenísima — inevitablemente se humedeció los labios y recordó el rostro agonizante de la mujer.
Sacó una hermosa vajilla con un extraño acabado dorado del armario de la cocina y sirvió un poco de té de manzanilla. Ordeno todo en una bandeja de plata recordando poner los cubiertos al lado de los postres.
Finalmente, busco un jarrón pequeño y delgado para poner la hermosa rosa que había cortado del jardín. Un fuerte ruido proveniente del segundo piso del castillo interrumpió su confesión.
Exhaló profundamente antes de subir las escaleras y tomar la bandeja de plata. En el camino, Meliodas cantó una canción de cuna y suavemente mecía su cuerpo de un lado a otro al son de la dulce melodía.
De repente, toda la infraestructura del viejo castillo se estremeció y aparecieron zarcillos en las paredes y los pisos, agrietándolas.
— Si hubiera sabido que esto pasaría cada luna llena te habría matado, pero eres el amor de mi vida. Así que me aguanto las quejas — murmuró entre dientes abriendo la puerta de una sola patada, encontrando a su compañero envuelto en unas enredaderas retorcidas — ¿En serio, Zeldris? Nuevamente, el bosque está en nuestra habitación y, sobre todo... ¡¿Tu celo debía venir justo ahora?! — exclamó sorprendido dejando la bandeja de plata en la mesita de noche del dormitorio — ¿No pudo venirte otro día? ¿Por qué en medio de la luna llena?
— ¡Yo que sé imbécil! — exclamó enojado Zeldris, era la primera vez que su celo se descontrolaba.
En su cabeza yacía unas orejitas de lobo y una esponjosa cola que se movía de un lado a otro. Sentía su cuerpo arder en llamas,su visión se nubló momentáneamente. Necesitaba apaciguar su fervor y controlar toda la vegetación que había entrado en la habitación causando varios daños.
— ¡Eres un lobo mitad brujo, debes saber cómo controlar esta jungla! — acusó Meliodas.
— Mis padres fallecieron cuando yo era solo un cachorro. No he tenido a nadie desde ese entonces — respondió soltando un chillido lastimero. Meliodas boqueo como un pez fuera del agua y miró hacia abajo — A menos que vayas a sus tumbas y me traigas sus cadáveres. Con gusto platicaría sobre esta situación.
