Capítulo 24.

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Narra Leah.

Scott y yo manejábamos a toda velocidad, con dirección a la residencia Eichen. Al llegar, estacionamos las motos con rapidez y dejé algo brusca el casco sobre la moto para dirigirme hacia donde estaba Stiles y su padre.

—¿Acaso te volviste loco? —pregunté molesta y mi hermano tomó mi hombro alejándome unos centímetros.

—Leah...—murmuró mi hermano y me solté cruzándome de brazos— ¿Por qué no nos dijeron?

—Porque queríamos evitar esto. —habló el sheriff respondiendo a la pregunta de Scott.

—Solo serán 72 horas. —dijo Stiles y lo observé.

—¿Y si algo te pasa? —cuestioné preocupada— No podré protegerte, Stiles.

—Estaré bien, eso creo.

—Es el mismo lugar del que salió Barrow, con un tumor lleno de moscas. —dijo mi hermano y lo observé incrédula— Aún no lo sabes todo.

—Sé lo suficiente. Nogitsunes, kitsunes, oni o como sea que se llamen. —le respondió el señor Stilinski.

—Vaya, para mi sorpresa, lo dijiste todo bien. —le dijo su hijo.

—Escuchen, chicos, la resonancia magnética se veía igual a la de mi esposa. —nos dijo el sheriff y fruncí mis labios— Y me aterra. Me voy mañana a Los Ángeles a hablar con un especialista.

—Entonces, ¿por qué lo va a dejar aquí? —habló mi hermano.

—No fue él. Yo lo decidí. —le respondió Stiles y quise llorar.

—Stiles, no podemos ayudarte si te quedas aquí. —le dijo mi hermano.

—Y yo no puedo lastimarlos. —dijo observándonos y negué bajando la mirada.

—Deaton tiene algunas ideas. Argent está haciendo llamadas. —Scott habló y se le notaba desesperado— Encontraremos algo, y si no podemos...

—Y si no pueden...—observé a Stiles— Si no pueden, tienes que hacer algo por mí, ¿de acuerdo?

—Stiles, no. —murmuré.

—Prométeme que no vas a dejar que salga. —mi hermano lo observó algo aturdido.

—Vamos. —le dijo el padre y Stiles asintió, me dio una última mirada, frunció sus labios y siguió a su padre.

(...)

Scott fue donde Deaton, mientras corté camino para ir hacia el hospital, para ver a Isaac. Aparqué la moto y entré en al edificio, mi madre me observó y se acercó a mi.

—Leah, es muy tarde ora que estés aquí.

—Solo será un rato. —dije y me observó con advertencia— Lo prometo.

—Está bien. —dijo en un suspiro.

Me alejé de ella para dirigirme a la habitación donde se encontraba Isaac. Entré y lo observé dormido conectado a la máquina y el suero incrustado en su intravenosa. Me senté en la silla a su lado, luego de cerrar la puerta y tomé su mano.

—Todo es muy extraño sin ti, no oírte ser directo, tu sarcasmo. —sonreí levemente— Necesito que despiertes. Te necesito.

Mordí mi labio y dejé un beso en su mejilla para luego salir, debía volver a casa y estar al tanto de lo que pasaba con la búsqueda de la cura para Stiles.

(...)

Argent nos abrió la puerta de su departamento, estábamos aquí por el pergamino raro.

—Mi padre dijo que se llevarán las pruebas a un depósito federal de en un auto blindado. —Scott se adentró junto a ella mientras que Ethan y yo nos chocábamos un poco al pasar por el pasillo echándonos malas miradas— Probablemente en las próximas horas. —nos encontramos con lidia y Allison se detuvo a su lado.

The Little McCall - Isaac LaheyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora