Día 1: AU

2.8K 167 284
                                    

Nota: Contenido adulto, puedes saltar este apartado.

...

Miró dudosa la puerta frente a ella, no sabiendo si lo que haría, era correcto o no. Si debería hacerlo o no.

Sin embargo, fue algo que se debatió en hacer a solas, y quién únicamente sabía eso, era ella. Ni siquiera Norman, su mayor confidente y mejor amigo sabía lo que estaba por hacer.

Pero así estaba bien. No necesitaba que nadie más lo supiera.

Pues sería algo únicamente entre ella y Ray.

Inhaló profundamente y luego exhaló, mirando determinada la puerta, para finalmente abrirla y entrar.

Para su suerte, Ray se encontraba solo. Cerró la puerta tras de sí, poniéndole seguro. Así nadie entraría a interrumpir lo que llevaría a cabo en esa habitación.

Nadie.

Ray leyó con atención los papeles que tenía en mano, no obstante, se había percatado de su presencia —. Ya es tarde, deberías estar durmiendo.

Emma caminó hasta donde estaba él, quedando frente a su escritorio, con mirada determinada. El pelinegro suspiró, finalmente alzando la mirada, encontrándose con sus ojos esmeraldas, contra el suyo amatista —. Nada de lo que te diga hará que te vayas, ¿Verdad? — sonrió burlesco. Emma frunció el ceño, apretando los labios.

— Sé que nada de lo que te diga cambiará tu opinión sobre llevar a cabo tu genocidio... Pero, ¿Por qué quieres hacer esto?

La sonrisa de Ray se borró, y su mirada se tornó seria, dura —. Porque quiero protegerlos, ya te dije. Es la única solución viable, y sobre los 7 muros, eso es demasiado...

— ¿ACASO MI OPINIÓN Y SENTIR NO IMPORTA? — apretó los labios una vez más, conteniendo su ira, su frustración, su tristeza. Ray la miraba impasible —. ¿NO ERA ACASO QUE QUERÍAS VERME SONREÍR FELIZ PORQUE ME AMABAS?

La indiferencia de Ray, flaqueó —. ¿Quién te...?

— ¡SI ME AMARAS NO ESTARÍAS HACIENDO ESTO! — las lágrimas le nublaban de a poco la visión, y tenía ganas de parpadear. Sin embargo, no lo haría. No quería —. ¡LO ESTÁS HACIENDO SOLO POR TI, PORQUE ERES UN...!

Ray se levantó de su escritorio, estampando sus manos en este, su mirada retadora y dolida haciéndose presente —. Adelante, dilo. Dime qué soy un cobarde. Que soy escoria por haber enviado a mis hermanos al matadero, por mentir, por querer erradicar a los demonios — frunció el ceño — ¡DÍMELO!

— ¡ERES UN IDIOTA! ¡Y YO MÁS POR AMARTE! — sollozó, no pudiendo más con las lágrimas, secándolas con rudeza. Ray se quedó pasmado ante la confesión de ella —. Realmente lo siento por todo, Ray... Por no estar ahí cuando sufrías en silencio, por no apoyarte, no darme cuenta de la situación... Por todo, perdóname, Ray...

El pelinegro se quedó en silencio, mirando las lágrimas que bajaban por las mejillas de la pelirroja, quién hacía lo posible por acallar sus sollozos, detener sus hipidos. Ray parpadeó, rodeando el escritorio y dudoso, rodeándola con sus brazos, en un torpe abrazo; Emma apoyó su frente y manos en su pecho, calmándose lentamente.

Para luego, sólo escucharla sorber su nariz. Y cuando estaba por acariciar su cabello, los brazos de ella lo rodearon en su cintura y... Una ligera presión en su cuello apareció, impactándolo.

— ¿Emma...?

Emma estaba sonrojada por lo que estaba haciendo, y porque, también quería hacerlo. Era algo que había estado pensando en todo este tiempo, desde que Ray habló de su plan, la conversación con Norman y sus palabras de apoyo, la confrontación...

Sol y Luna  [Ray/Emma]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora