II

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La poca luz que entraba en la habitación fue suficiente para despertar a Samantha. Lo primero que se encontró al abrir los ojos fue a un Hugo dormido, y esa imagen enseguida la trasladó al Hugo y la Samantha de 8 años que se quedaban dormidos en el sofá después de ver cualquier película que hicieran en Disney Channel.
Hugo se había apropiado de casi toda la cama, y Samantha no pudo evitar reír al pensar en que era verdad eso que decían que había cosas que no cambiaban nunca.

Salió de la habitación no sin antes darle un beso en la cabeza al rubio y decirle que se espabilase, que Rafa seguramente ya estaría despierto.

Nada más llegar al comedor divisó a Bruno y Rafa desayunando, y a una Maialen desesperada porque no encontraba las llaves del coche e iba a llegar tarde al estudio.

-Maialennn que las lleves las tengo yo ¿recuerdas? -Samantha no podía evitar reírse de lo despistada que llegaba a ser su amiga a veces.
-Joe Titi, que susto más grande- dijo la pamplonica dándole un abrazo y un beso de buenos días a la rubia y despidiéndose con la mano de los dos chicos.

-¿Como habéis dormido?- dijo lanzando una mirada traviesa a Bruno, ya que sabía que esos dos no habían dormido mucho precisamente.

Bruno le miro acusatoriamente, pero se echo a reír al instante mientras se sonrojaba un poco.

-Si tú ríete, pero yo estaba en la habitación de al lado y no me hacía tanta gracia. -soltó Rafa haciendo reír a todos los presentes.

Segundos después el timbre sonó, y una energética Eva entró por la puerta saludando a todos los presentes y dándole un largo abrazo a su amiga.

-Ayer me deje el móvil aquí- dijo la castaña a modo de explicación.
Samantha rio, no podía tener unos amigos más cuadro.

-¿Quieres desayunar Evita?
-Bueno, no me puedo negar a unas tortitas.
-Y encima las ha preparado el mejor cocinero del país, para vuestro servicio. - Alardeó Rafa haciendo una de sus características imitaciones.
-Sam, ¿te puedo cojer una sudadera? Es que con las prisas he salido de casa sin nada.
-Claro, ya sabes dónde están.
A los segundos Samantha se acordó de que cierto rubio estaba en su habitación, tendría que haber avisado a Eva de ese pequeño detalle. Pero Hugo no estaba desnudo ni nada por el estilo, tampoco tendría que ser una situación incómoda y además así Hugo se espabilaba un poco. Así que decidió pasarlo por alto y sentarse en la mesa para empezar a desayunar, a sabiendas que el tiempo se le tiraría encima si no espabilaba un poco.

Desayunaron entre risas y los dos chicos se despidieron alegando de que no querían molestar más, aun sabiendo que no lo estaban haciendo.
Es entonces cuando Samantha se percató de que cierta morena aún no había vuelto, y negó con la cabeza mientras una pequeña sonrisa se formaba en sus labios. Esto solo podía significar una cosa.

Efectivamente, desde la puerta de su habitación se podía divisar a sus dos amigos, que en ese momento estaba perdidos en lo que parecía una guerra de cosquillas.
-Hugo para tonto, eres más tonto, no puedo respirar paraaaa. -Eva no podía parar de reír a causa de las cosquillas que el rubio le proporcionaba.
-No voy a parar hasta que dejes de insultarme.
-Sabes que eso no va a pasar nunca- Replicó la morena lanzándole una mirada de superioridad y separándose de Hugo al percatarse de la presencia de su amiga, que los observaba con una sonrisa desde el umbral de la puerta.
-Bueno chicos -dijo Samantha entrando en la habitación y eligiendo la ropa que quería ponerse hoy- me cambio y me marcho, que no llego. Teneis todo en la mesa, Eva, ya sabes como funciona. No quiero volver y encontrarme a alguno de los dos muerto, aviso.

Salió de la habitacion no sin antes despedirse de sus dos amigos con un abrazo a cada uno, se cambió y en menos de 15 minutos estaba de camino a la discográfica.
Hacia un día típico de finales de verano, un poco de calor de más para el gusto de Samantha, pero no se podía quejar.
Estaba un poco nerviosa, los cambios siempre le provocaban ansiedad, pero tenía muchas ganas de conocer a la que sería su nueva maneger.
El camino se le pasó rápido, y en menos de lo que ella recordaba se encontraba delante de las oficinas de Universal. Era un edificio bonito, siempre le había gustado.

Huir significa ir a buscarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora