Samantha despertó entre dos cuerpos. Le costó unos segundos recordar que había pasado a noche. Ayer había decidió ir a cenar a casa de Hugo y Rafa, y los tres se habían quedado dormido en la cama del rubio. Le peli no debió ser muy interesante, pensó Samantha.Cogió el móvil que tenía más cerca para mirar la hora y suspiró aliviada pensando que tenía tiempo para hacer las cosas con calma. Había quedado a las dos con Anaju, y apenas eran las nueve de la mañana.
Se levantó de la cama intentando no despertar a los dos chicos, la cama de Hugo se les quedaba un poco pequeña para los tres, así que a Samantha le dolía todo de haber dormido en no se cuantas posturas incómodas.
Era sábado, así que ninguno de los tres tenía que madrugar para ir a trabajar. Pasaron la mañana entre risas y canciones, y a las 12 la chica se despidió de sus dos amigos y puso rumbo a su propia casa, quería ducharse y le apetecía llegar andando al restaurante, así que quería salir con tiempo de casa.
Maialen no había llegado todavía al piso, así que supuso que estaría con Bruno.
Una hora y media más tarde la rubia había tenido tiempo de sacar a pasear a Murphy, y de ducharse y arreglarse. Estaba orgullosa de ella misma. Había quedado con Anaju directamente en el restaurante, así que salió de casa rumbo hacia el lugar. Era un buen sitio donde se comía muy bien, además tenía uña especies de zona infantil donde los pequeños mellizos se podrían entretener mientras las dos mayores hablaban.
Samantha se agradeció a si misma por haber decidió ir andando, notaba que gracias al paseo sus nervios se habían desvanecido un poco. Siempre le venía bien caminar para desconectar, y aquella ocasión no había sido diferente.
A lo lejos divisó la silueta de Anaju, la rubia sonrió al imaginar que su nueva maneger debía llevar allí como mínimo 5 minutos, pues siempre le gustaba llegar a los sitios con tiempo.
Se saludaron con un corto abrazo, pero sincero. Las dos estaban bastante nerviosas, cualquiera lo podía notar. Finalmente fue Samantha la que decidió romper el hielo.
-Oye Anaju, ¿donde están Hugo y Martina? -La rubia llevaba buscando a los pequeños con la mirada des de que había llegado, pero no había logrado encontrarlos.-Se han quedando jugando en el parque este que tienen, por cierto, les ha encantado, has elegido muy bien.
Samantha sonrió por el comentario y las dos se encaminaron hacia la mesa que tenían reservada.
-¿Cuantos días más los vas a tener contigo? -Le preguntó la rubia refiriéndose a los hermanos. Le había parecido un poco extraño que los niños pasasen tanto tiempo con ella, pero supuso que debían ser hijos de algún muy buen amigo de la morena.
-Pues, hoy ya es el último día -le respondió Anaju - me he quedado con ellos estos días por hacer un favor, pero la verdad que no han sido ninguna carga para mi.
-Tienes mucha confianza con ellos, ¿verdad?
En ese momento los dos mellizos llegaron a la mesa. Martina se tiró rápidamente a los brazos de Samantha, que recibió encantada el abrazo mostrándole una de sus mejores sonrisas a la pequeña.
-Saaaaamm, ¿te puedo llamar Sam? - La mayor asintió con una sonrisa- ¿Hoy nos vas a cantar un poquito?
-Después de comer te canto un poquito de lo que tú me pidas, ¿vale?